La fotografía como herramienta para dar a conocer la fauna urbana es el interesante proyecto de una joven mexicana, un trabajo que nos da a conocer el periodista e historiador Julio Martínez García en una charla mantenida con la fotógrafa.
Tamara Blázquez es muy joven -nació en 1990-, pero ya cuenta con una impresionante trayectoria como fotógrafa y activista ambiental en México. Un magnífico desempeño y un compromiso que ha sabido combinar a la perfección en su nuevo proyecto profesional, mediante el cual pretende dar a conocer la biodiversidad animal existente en la capital federal. Se trata de la iniciativa «Fauna de la Ciudad de México», una propuesta compuesta por diferentes imágenes que buscan concienciar a la ciudadanía sobre la relevancia de conservar las 2.254 especies existentes en el Distrito Federal. Un reto en el que Blázquez lleva involucrada más de cuatro años.
Y a pesar de la envergadura del desafío, esta especialista no se arredra. Todo lo contrario. El vasto conocimiento que posee le ha permitido desarrollar el proyecto. “Por medio de mi trabajo fotográfico busco educar a la población en temas ambientales, así como crear empatía y respeto hacía el entorno”, asegura. En este contexto se ha de enmarcar el proyecto fotográfico que ha diseñado, centrado en las especies animales existentes en la capital mexicana.
Un tlacuache envenenado, germen del proyecto
Pero, ¿cuál fue el motivo que llevó a esta joven comunicadora a desarrollar «Fauna de la Ciudad de México»? “La idea surgió en 2017 cuando, camino a mi casa, me encontré muerto un tlacuache o zarigüeya (Didelphis marsupialis), marsupial didelfimorfo extendido entre Centroamérica y el sur de Canadá. El animal había sido envenenado por unos vecinos”, explica Blázquez. “Tras ello, me quedé pensando en torno al porqué de un suceso de este tipo. ¿Quizá por maldad? ¿Por ignorancia? ¿Por falta de formación? ¿Por miedo?”.
El tlacuache o zarigüeya (Didelphis marsupialis) es un pequeño marsupial extendido
entre Centroamérica y el sur de Canadá.
Finalmente, se inclinó por la falta de educación ambiental en una parte de la ciudadanía. “Como fotógrafa conservacionista con conocimientos de biodiversidad, me quedé reflexionando en torno a la manera más efectiva de acercar a la población una mayor información sobre el medio natural”, rememora Tamara.
Por ello, planteó nuevas fórmulas para compartir unos saberes tan específicos como los relativos a los ecosistemas urbanos y sus especies. Y, con este fin, se inclinó por las instantáneas, como uno de los vehículos más efectivos de transmisión de realidades complejas. Una imagen vale más que 1.000 palabras… “Decidí combinar ciencia y fotografía para, así, crear este proyecto divulgativo y formar a la población, generando respeto y empatía hacia los animales”, explica la creadora del proyecto.
Una vez realizadas estas consideraciones, Tamara Blázquez se puso manos a la obra. Durante los dos primeros años y medio se lanzó a la tarea de investigación, con el fin de documentar el mayor número posible de animales moradores de Ciudad de México. De las 2.254 especies contabilizadas, esta profesional ha conseguido identificar decenas de las más conocidas. “No creo que me dé la vida para llegar a todas [ríe], pero al menos sí para retratar a las más representativas. Es decir, aquellas que los vecinos de la capital puedan encontrarse en sus calles”, asegura.
Al alcance de todos
Con el paso de los meses, y bajo el paraguas del mismo proyecto, esta especialista tuvo la posibilidad de impartir talleres en colegios de primaria y secundaria, con el fin de transmitir a los alumnos la información sobre la fauna existente en Ciudad de México. Y, tras ello, también brotó la opción de realizar muestras fotográficas en diferentes espacios. “Las imágenes van acompañadas con información de la especie. Por tanto, se trata de una manera de acercarse al público”, asegura Tamara, que explica que "también he incluido instantáneas de los paisajes y de los ecosistemas, para que los visitantes puedan conocer el contexto ambiental de los mencionados animales”. En definitiva, para esta fotógrafa, “se trata de dar a la gente la mayor información posible y que, a través de la divulgación, se propicie la defensa, proyección y supervivencia de la fauna”.
Simpática foto de un tecolote llanero o mochuelo de madriguera (Athene cunicularia),
una pequeña rapaz noctura americana.
Bajo esta filosofía, la mencionada exposición ha conseguido ser colgada en diferentes espacios. Entre ellos, la Facultad de Ciencias de la Universidad Nacional Autónoma de México -una de las más prestigiosas de América Latina-, el Centro Cultural San Ángel -dependiente de la Alcaldía Álvaro Obregón, integrada en Ciudad de México- o en la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat), además de en diferentes centros de enseñanza de la capital mexicana.
El proyecto llega a los colegios
"Tanto a los niños como a los maestros les fascinó el proyecto", recuerda su creadora. "Sobre todo a los más pequeños, que todavía no han perdido la conexión con el medio ambiente. Así, los estudiantes se dieron cuenta de que el mundo animal es algo cercano. No sólo se circunscribe al león africano. También pueden encontrar fauna en sus barrios".
Hay que tener en cuenta que la divulgación de los valores ambientales es fundamental para generar ciudadanos concienciados con la conservación del planeta. Por ello, se debe apostar por la educación ambiental. Sin embargo, ¿qué implicación en el proyecto ha habido desde las administraciones públicas? ¿Han respaldado la idea de Tamara Blázquez? Inicialmente, sí que hubo un impulso por los diferentes niveles gubernamentales, mediante el préstamo de espacios para la realización de la exposición. Pero, “después de esto, no he tenido apoyo de las autoridades”, confirma.
Abeja europea (Apis melifera) acercándose a una planta, con las patas cargadas de polen.
Y, si esto fuera poco, llegó la pandemia de la COVID–19, que ha dificultado muchas actividades educativas, también las relativas al medio ambiente. Sin embargo, y a pesar de la crisis sanitaria, «Fauna de la Ciudad de México» no ha parado. Se han adoptado nuevas estrategias para que la propuesta continuara viva. “Ahora la estamos moviendo a través de plataformas digitales. Es una manera de difusión algo más lenta, pero al menos hemos continuado”, explica. Además, también se ha difundido en los medios de comunicación, a través de redes sociales y en conferencias virtuales dirigidas a universitarios, entre otras opciones.
La vida sigue abriéndose paso
Pero a pesar de la COVID–19, las 2.254 especies que viven en Cuidad ded México no han abandonado su cotidianeidad. De hecho, la presencia de la fauna en los parques ha sido muy intensa estos meses. Incluso, en espacios reducidos -como la Alameda Central- se han distinguido comunidades de ardillas muy numerosas, que se mantienen en libertad.
Al mismo tiempo, se han de mencionar las 400 especies de aves identificadas en el Distrito Federal. “Muchas de ellas son migratorias y nos visitan en el marco de sus viajes anuales. No obstante, cada vez llegan en menor número", alerta Tamara, quien también denuncia que “destruimos la flora nativa y en su lugar, plantamos césped o flores de ornamento”. Un tipo de vegetación que no provee de los alimentos necesarios a los insectos que, a su vez, sirven de sustento a la avifauna. “Por tanto, estamos dañando la cadena trófica”, critica la promotora de «Fauna de la Ciudad de México».
Ante la pregunta de cómo es posible que todavía existan animales en los parques de Ciudad de México, Tamara explica: “A pesar de estar en un lugar tan contaminado, tan enormemente poblado y tan lleno de cemento, la biodiversidad de la ciudad ha sido muy resiliente. En Mesoamérica existen unas especies muy fuertes, que han sabido adaptarse a las condiciones de vida existentes en esta gran capital”.
La cascabel transvolcánica (Crotalus triseriatus) es una serpiente venenosa que habita en México.
En cualquier caso, la resiliencia de la fauna citadina se ve facilitada por la conservación de diversos ecosistemas alrededor de la ciudad, como las chinampas de Xochimilco o el Parque Nacional Cumbres del Ajusco. En consecuencia, Ciudad de México “puede tener un futuro sustentable”, al decir de la fotógrafa, que sin embargo pone una condición: se tienen que emprender más políticas públicas que primen la conservación de las especies y de los espacios. Al fin y al cabo, “somos seres humanos y no podemos vivir sin naturaleza, por ello debemos mirar hacia el medio ambiente y los ecosistemas”, explica.
México es uno de los territorios con una mayor biodiversidad del mundo. Una riqueza que, sin embargo, no es conocida por el grueso de la población, por lo que se debe hacer un esfuerzo de divulgación. Proyectos como «Fauna de la Ciudad de México» intentan caminar en este sentido. Al menos, esa es la filosofía de Tamara Blázquez, su impulsora. “Creo firmemente que sin educación ambiental no podemos tener resultados reales y tangibles en la conservación de la biodiversidad. Y la fotografía es la mejor herramienta para llevar el conocimiento y el amor por la naturaleza a las demás personas”, concluye esta fotógrafa.
AUTOR
Julio Martínez García (juliomartinez.periodista@gmail.com), periodista e historiador, ha trabajado varios años en México como reportero de política, cultura y medio ambiente.
Todas las fotos son de Tamara Blázquez.
La fotógrafa Tamara Blázquez es autora de la iniciativa «Fauna de la Ciudad de México».