En 1963 se vedó la caza del águila real en España. Hasta entonces esta rapaz había sido incluida en la categoría de “Animal Dañino” y perseguida con saña. En los años siguientes se amplió notablemente la lista de alimañas que pasaron a estar protegidas. Estos cambios fueron fruto del esfuerzo de personajes como José Antonio Valverde y Félix Rodríguez de la Fuente. Pero también se lograron por la nueva actitud de algunos ingenieros de montes de la Administración, en especial de Maximiliano Elegido.
Por Juan José Ferrero-García
En España, la calificación jurídica de determinados integrantes de la fauna vertebrada como perjudiciales para el ser humano se acuñó por el Real Decreto de 3 de mayo de 1834, relativo a los derechos y ordenanzas de caza y pesca. En dicha norma se concretaron las especies que tenían esa consideración: lobo (Canis lupus), zorro (Vulpes vulpes), gato montés (Felis silvestris) y varios mustélidos. No hubo modificaciones hasta el Reglamento de 3 de julio de 1903, promulgado para aplicar la Ley de Caza. La nueva relación de alimañas que estableció comprendía a los taxones anteriores más el lince ibérico (Lynx pardinus) y las aves de rapiña. Las recompensas por su eliminación se estipulaban según el tipo de animal, su edad o el sexo.
No obstante, el nuevo reglamento enumeraba también unas ochenta aves estrictamente protegidas por su utilidad para la agricultura, entre las que se encontraban casi todas las rapaces nocturnas y algunas falconiformes, como el ratonero (Buteo buteo) y los cernícalos vulgar (Falco tinnunculus) y primilla (F. naumanni). Este catálogo, conformado inicialmente en 1896, fue propuesto por el prestigioso científico Mariano de la Paz Graells.
AUTOR
Juan José Ferrero García es biólogo y comenzó su carrera profesional en la Estación Biológica de Doñana (CSIC). Desde 1997 trabaja en la Junta de Extremadura y ha publicado más de quince artículos sobre historia de la conservación de la fauna en revistas científicas y de divulgación ambiental.