Con nada menos que 22 especies, tanto forestales como cavernícolas, en el Parque Natural Sierras de Cazorla, Segura y Las Villas queda representada prácticamente el 70% de la fauna ibérica de quirópteros. Dada su abundancia y diversidad, juegan un papel destacado en la dinámica ecológica de sus formaciones boscosas.
Por Javier Juste, Carlos Ibáñez, Jesús Nogueras, Sonia Sánchez-Navarro y Conchita Alonso
Con una extensión superior a las 200.000 hectáreas, el Parque Natural Sierras de Cazorla, Segura y Las Villas (PNCSV) es uno de los mayores espacios protegidos de Europa. Ubicado enteramente en la provincia de Jaén, las sierras que lo componen forman parte de las Cordilleras Béticas, uno de los puntos más importantes de biodiversidad de la Cuenca Mediterránea (1). Ya a finales del siglo XIX, la riqueza de su flora y fauna atrajo la atención de naturalistas y científicos, que descubrieron muchas especies nuevas para la ciencia, algunas tan renombradas como la violeta de Cazorla (Viola cazorlensis) o los alfilerillos de Cazorla (Erodium cazorlanum) entre las plantas (2), y la lagartija de Valverde (Algyroides marchi) entre los animales. La presencia continuada de investigadores en estas sierras durante los últimos cuarenta años ha permitido ahondar en el conocimiento de su biodiversidad, estudiar con detalle algunas de sus especies más características y analizar las múltiples interacciones que se establecen entre ellas dotando de funcionalidad y estabilidad a estos valiosos ecosistemas. En esta ocasión vamos a detenernos en las comunidades de murciélagos, que, como en la mayoría de los ambientes ibéricos, sólo se conocían allí parcialmente. La riqueza ambiental de la región y la falta de información sobre este grupo tan particular de vertebrados avalaban el interés de tales estudios. Lo difícil era imaginar el alcance de sus resultados.
AUTORES
Javier Juste Ballesta es investigador científico del CSIC y miembro del Grupo de Investigación y Conservación de Murciélagos de la Estación Biológica de Doñana. Interesado en la ecología y la evolución de los murciélagos, tanto en la Cuenca Mediterránea como en los cinturones tropicales africano y asiático, siempre tiene tiempo para adentrarse en el proceso coevolutivo de los virus asociados a quirópteros, un tema de la máxima actualidad.
Carlos Ibáñez Ulargui es profesor de investigación del CSIC y fundador del Grupo de Investigación y Conservación de Murciélagos de la Estación Biológica de Doñana. Como ingeniero de montes, ha dedicado su vida al estudio y conservación de los murciélagos y ha dedicado gran parte de su actividad investigadora a la depredación de paseriformes por parte del nóctulo grande.
Jesús Nogueras Montiel es licenciado en Biología por la Universidad de Granada y miembro del Grupo de Investigación y Conservación de Murciélagos de la Estación Biológica de Doñana, donde ejerce como técnico de campo. Ha participado en todos los grandes proyectos sobre murciélagos, especialmente en Andalucía.
Sonia Sánchez Navarro es licenciada en Ciencias Ambientales por la Universidad de Sevilla y trabaja como técnico superior en el Grupo de Murciélagos de la Estación Biológica de Doñana. Estudia principalmente los impactos del ser humano sobre los murciélagos, en particular los derivados de los aerogeneradores y la contaminación lumínica.
Conchita Alonso Menéndez es ecóloga en el Departamento de Ecología Evolutiva de la Estación Biológica de Doñana. Sus líneas de trabajo son la biología reproductiva, las interacciones planta-animal, la ecología química y la regulación epigenética en los procesos de adaptación vegetal.