El carisma de las cotorras subyace en la polémica que se suscita en las ciudades que han emprendido el control de estas especies invasoras, como Madrid y Sevilla. Nuevos enfoques como capturar, esterilizar y adoptar cotorras en municipios con menos de quinientos ejemplares podrían ayudar a frenar su expansión, un tren que estamos a punto de perder.
Por José Luis Postigo
En los últimos años las cotorras se han hecho un hueco entre las noticias y no sólo en la sección de medio ambiente, también en la de actualidad. No deja de ser curioso, ya que estas aves psitácidas no son el animal invasor más extendido, ni el que mayor impacto causa, ni el que se elimina en mayores números. Visones americanos (Neovison vison), culebras reales de California (Lampropeltis californiae) o el mismísimo camalote o jacinto de agua (Eichhornia crassipes) superan a las cotorras en todas las categorías.
Parece ser que lo que las hace especial es su valor estético o quizás sea la interacción con los viandantes al bajar a alimentarse del pan que originalmente se dirigía a palomas y gorriones. Sea cual fuere la razón, el hecho es que no se puede ignorar que las cotorras son tremendamente carismáticas. Dicho esto, tampoco se debería olvidar que cumplen todos los requisitos de las especies invasoras: llegaron a nuestro hábitat con la ayuda del ser humano, sus poblaciones aumentan en número y rango geográfico rápidamente, ya que ninguna especie puede frenar su crecimiento, y provocan serios impactos sobre la fauna autóctona, como hace la cotorra de Kramer (Psittacula krameri), o causan crecientes pérdidas económicas, en el caso de la cotorra argentinas (Myiopsitta monachus). Además, están catalogadas oficialmente como especies invasoras en España por el Real Decreto 630/2013.
AUTOR
José Luis Postigo Sánchez, ambientólogo de formación e investigador de la Universidad de Málaga y del Museo de Ciencias Naturales de Barcelona, está realizando una tesis doctoral sobre la cotorra argentina como especie invasora en el Paleártico Occidental, habiendo publicado artículos científicos sobre su ecología, distribución, comportamiento, gestión y control y percepción social. En 2015 fue coautor del primer censo nacional de cotorra argentina. También ha realizado estudios faunísticos en Canadá durante cinco años. Es un apasionado del trabajo de campo, los climas extremos y de combinar deporte con avistamientos de fauna.