Quizás no exista otra especie en la fauna europea que reúna tanta simbología y avatares, prehistóricos e históricos, como el bisonte, presente en las primeras manifestaciones rituales y artísticas de la Humanidad. Algo más lo caracteriza: haber puesto en duda una serie de prejuicios que generan grandes debates sobre la conservación de especies en peligro.
Por Miguel Ángel Cedenilla y Marta del Río
En el verano pre-pandémico de 2019 pusimos rumbo a Polonia en busca del mayor mamífero terrestre del continente y para ello entramos en el bosque caducifolio primitivo de llanura mejor conservado que queda en Europa: Bialowieza. Este espacio natural dispone de 150.000 hectáreas compartidas entre Polonia (62.500 hectáreas) y Bielorrusia (87.500 hectáreas). Cada uno de estos dos países tiene allí su correspondiente parque nacional. La parte polaca ha sido reconocida por la Unesco como Reserva de la Biosfera y forma parte de la Red Natura 2000 de la Unión Europea (UE).
Gracias a un inusual curso de la historia, este remanente del bosque primigenio que se extendía desde el norte de España a los Urales resistió la actividad humana. Sin embargo, desde 2017 está bajo la amenaza de la especulación maderera, que inició talas sistemáticas provocando un intenso conflicto social entre explotadores y conservacionistas, respaldados éstos por la comunidad científica. Por suerte, el Tribunal de Justicia de la UE ordenó a Polonia detener las talas ese mismo año.
El bisonte es el emblema vivo de Bialowieza. Empecemos diciendo que la filogenia de este animal es muy compleja, en pleno debate y con hipótesis encontradas. Pero podemos aventurarnos a dar una explicación que, reconocemos, estará sujeta a críticas.
AUTORES
Miguel Ángel Cedenilla Carrasco es biólogo especializado en la conservación de especies en peligro de extinción y máster en gestión de espacios naturales protegidos. Desde 1994 trabaja para la Fundación CBD-Hábitat en la protección y estudio de la colonia de la foca monje del Mediterráneo de la península de Cabo Blanco (entre Mauritania y Marruecos).
Marta del Río García es historiadora y profesora de educación infantil. Cada año se enfrenta a 25 cachorros de la especie humana a los que intenta educar en el sentido común, el pensamiento crítico y el respeto por la naturaleza y sus semejantes.