Aunque es habitual que los lances amorosos del oso pardo se produzcan en primavera, han vendido observándose episodios de celo y cópulas tardías entre finales de agosto y primeros de septiembre. ¿A qué se debe esta prolongación en el tiempo del comportamiento reproductor?
Por Juan Carlos Blanco, Guillermo Palomero, Fernando Ballesteros y José Vicente López Bao
Desde nuestro mirador entre las rocas, observamos con telescopios a dos osos en una fresca tarde de septiembre en la Montaña Palentina. El macho, más oscuro, casi duplica el tamaño de la hembra, que parece muy concentrada comiendo los pequeños frutos de los pudios (Rhamnus alpina) que crecen dispersos por la falda de la peña caliza. El macho interrumpe constantemente su comida vigilando a la hembra, a la que sigue con fervor enamorado, y mientras camina “cabalga” llamativamente los piornos levantando una pata trasera y frotando los arbustos con sus genitales para impregnarlos de su olor. A lo largo de la tarde, el macho hace un par de intentos de cópula, pero la hembra se resiste, sentándose una vez en el suelo para proteger su vulva. Por fin, a la luz mortecina del crepúsculo, el enorme osazo copula con la hembra durante 16 minutos, sólo interrumpidos por un breve intervalo de 30 segundos en el cual se separaron (1).
El evento que acabamos de describir retrata uno de los episodios de celo y cópulas típicos del oso pardo, que algunos lectores afortunados de Quercus habrán podido observar en las laderas primaverales de las montañas cantábricas, cuajadas de piornos amarillos, con las primeras hojas de los árboles despuntando tímidamente en el bosque. La gran diferencia es que el celo arriba descrito tuvo lugar el 6 de septiembre de 2021, varios meses después del pico reproductivo que nuestros osos tienen en abril y mayo. Pero antes de volver a estos celos tardíos, repasemos algunos datos sobre la fenología reproductiva de los osos cantábricos.
AUTORES
Juan Carlos Blanco Gutiérrez es doctor en Biología y ha colaborado con la Fundación Oso Pardo (FOP) desde su creación. Es miembro del Canid Specialist Group y de la Large Carnivore Initiative for Europe (UICN).
Guillermo Palomero García es naturalista y presidente de la FOP desde 1992. Lleva trabajando en la conservación del oso cantábrico desde hace cuarenta años.
Fernando Ballesteros Bienzobas es biólogo y documentalista de naturaleza. Coordina los proyectos de la FOP, incluido el LIFE Osos con Futuro (https://fundacionosopardo.org/proyecto-life-osos-con-futuro/).
José Vicente López Bao es doctor en Biología, especialista en grandes carnívoros y científico titular del Instituto Mixto de Investigación en Biodiversidad (CSIC / Universidad de Oviedo / Principado de Asturias en Mieres).