El pasado 2 de febrero fue el Día Mundial de los Humedales y, aunque este tipo de efemérides solamente merezcan una nota pintoresca en los informativos, lo cierto es que tuvimos muy presentes tres espacios naturales sitiados desde hace muchos años por la guerra del agua. Nos referimos, claro está, al Mar Menor y a los parques nacionales de Daimiel y Doñana. Según la lógica de los tiempos, la única agricultura rentable es la intensiva y son muchos los pozos y cultivos de regadío, tanto legales como ilegales, que tienen prioridad sobre los “patos”, como se aducía antaño con malicia. Según cálculos de WWF, en el entorno de esos tres espacios tan singulares se riegan más de 64.000 hectáreas con agua robada. A esa sangría debe añadirse la creciente demanda que generan las urbanizaciones que lindan con Doñana y el Mar Menor. El resultado es conocido: sin agua no hay humedal que valga. Unos resisten mejor que otros, pero la escasez de agua va a seguir siendo acuciante. Sobre todo, si cambia el régimen de precipitaciones, que es lo previsible en un escenario de cambio climático.
Pero ¡basta ya de malos augurios! El contenido de este artículo editorial es, a pesar de todo, muy positivo. La primera buena noticia es que la Fundación Global Nature ha adquirido la laguna de El Hito, más de 360 hectáreas en plena Mancha Húmeda. No debería entenderse como una simple quijotada, ya que cuenta como socios con las administraciones directamente implicadas en su conservación, es decir, la Diputación de Cuenca, la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha y los ayuntamientos de El Hito y Montalbo. Seguro que desde ahora va a irle bastante mejor a esta célebre laguna manchega, un santuario para grullas, limícolas y aves acuáticas.
La segunda buena noticia, recibida justo al cierre de este número de Quercus, es que ya no podrá usarse munición de plomo en los humedales de los 27 países que forman la Unión Europea, ni tampoco en Islandia, Noruega y Liechtenstein. Desde el 15 de febrero ha pasado a considerarse ilegal. SEO/BirdLife ha calculado que esta medida salvará a más de un millón de aves acuáticas anuales en toda Europa. Además de contribuir a paliar los efectos indirectos del plumbismo en las cadenas tróficas.
En España estaban teóricamente libres de plomo los humedales incluidos en espacios naturales que ya cuentan con alguna figura de protección legal. Pero ahora la prohibición deberá hacerse extensiva a todos ellos, sin distinción, y los gobiernos autónomos estarán obligados a velar para que la norma se cumpla en sus respectivos territorios.
Finalmente, el Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico aprobó el año pasado un Plan estratégico de humedales que debería detener y revertir su pérdida de aquí al 2030, como tarde. Ya veremos. De momento, sería buena señal que se persiguiera con más ahínco a los ladrones de agua. Pero esa es una estrategia muy poco apetecible en un año con dos convocatorias electorales.