Editorial

Rumbo a los mares del futuro

Sábado 01 de abril de 2023

Llegan noticias asombrosas desde las costas atlánticas gallegas. Vuelve a haber citas regulares de ballenas azules y en verano nunca faltan patrones de veleros que avistan grupos de orcas. Han sido ya varias las embarcaciones que han tenido que ser remolcadas a puerto tras quedar sin gobierno debido a que las orcas parecen interesarse por la parte posterior del casco y pueden llegar a dañar el timón. Ahora disponemos de un catálogo fotográfico bastante completo de las orcas que transitan por nuestras aguas, lo cual es un gran avance para su seguimiento y conservación (págs. 42-43). Todo parece indicar que las poblaciones de cetáceos empiezan a recuperarse apenas cuatro décadas después de que se desmantelara la industria ballenera.

Rorcuales y cachalotes fueron la materia prima que dio sustento a aquellas pequeñas factorías diseminadas a lo largo de nuestro litoral. Ya lo dejó patente José Antonio Valverde en el séptimo tomo de sus memorias y bien lo sabe Àlex Aguilar, catedrático de Biología Animal en la Universidad de Barcelona y miembro del comité científico de la Comisión Ballenera Internacional. En este mismo número de Quercus publica, junto a Asunción Borrell, un artículo sobre el reciente resurgir de las ballenas azules (págs. 14-21). Pero Àlex es también autor de una monografía titulada Chimán, el grito de guerra de los balleneros gallegos cuando avistaban un cetáceo de gran tamaño. En su portada aparece una niña sentada sobre la mandíbula de un enrome rorcual, izado a la rampa de la factoría coruñesa de Caneliñas. Es Aina, su hija, que cuando contaba en el colegio que jugaba con ballenas, sus profesores la consideraban una alumna con mucha imaginación.

Siguen las buenas noticias. El pasado 4 de marzo la ONU llegó a un esperanzador acuerdo para aprobar el Tratado Global de los Océanos, cuyo objetivo es proteger el 30% de la superficie marina de aquí al año 2030 (págs. 44-45). ¿Será otro brindis al sol o tendrá resultados tangibles? El tiempo lo dirá. De momento, es un primer paso muy importante, tanto que ha requerido dos décadas de arduas negociaciones. El acuerdo, como es lógico, tiene implicaciones planetarias y será una herramienta más para enfrentarse a los dos grandes problemas del momento, el cambio climático y la pérdida progresiva de biodiversidad. Además, podrá enarbolarse cuando se recrudezca la lucha geopolítica por el dominio del Ártico.

Finalmente, con un alcance más local pero no menos importante, el Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico aprobó a finales del año pasado dos estrategias estatales relativas a la conservación de sendas especies marinas amenazadas, la nacra y la tortuga boba (pág. 46). Volvemos a lo anterior: nada garantiza que las expectativas de ambas especies mejoren a partir de ahora, pero era una condición imprescindible para ponerse a trabajar en la dirección correcta.

Está visto que la revista de abril nos ha salido tan marina como terrestre. Ahí está para corroborarlo el artículo de Salvador Herrando y Estíbaliz Díaz sobre el asombroso viaje migratorio de la anguila europea a través del Atlántico (págs. 54-56), una especie que puede ayudarnos a valorar no sólo el estado de salud del océano, sino también el de los ríos y humedales donde transcurre buena parte de su ciclo vital.