Por Greenpeace
El pasado 4 de marzo los gobiernos del mundo han acordado en la ONU un histórico tratado sobre los océanos, después de casi dos décadas de negociaciones.
Hasta entonces, el 70% de los océanos del mundo no eran de nadie o eran de todos.
De eso nos dimos cuenta en Greenpeace hace muchos años, cuando intentamos crear un área marina protegida en el Ártico, donde un puñado de petroleras intentaban en esas aguas, cada vez con menos hielo, reclamar como suyos los fondos oceánicos.
De hecho, Rusia plantó en 2007 una bandera a 3.000 metros de profundidad para decir que el Ártico era suyo.
Después vimos cómo un par de países bloquearon de nuevo la propuesta de la gran área marina protegida del mar de Weddell, en la Antártida, porque en la comisión de acrónimo imposible (CCAMLR) se toman las decisiones por consenso, es decir, todos los países tenían que decir sí a salvaguardar el krill, el alimento de ballenas y pingüinos que cada día aspiradoras gigantes les roban para crear productos inútiles como suplementos alimenticios con omega 3.