Por José Carlos Aldea, Alberto Hernández y José Luís Rodríguez
El uso de herramientas en diferentes especies animales es siempre un acontecimiento destacable por su singularidad y por las elevadas habilidades cognitivas que han tenido que desarrollar para dominarlas y conseguir sus propósitos. Si nos centramos en el mundo de las aves, con cerebros más pequeños y primarios que los de los mamíferos, adquiere una dimensión aún más destacable.
Si tenemos en cuenta que se han descrito unas 10.000 especies de aves en todo el mundo, no son muchas las que se sirven de estas habilidades, aunque sí suman unas cuantas decenas. Algunas se han hecho famosas por documentales de alta difusión o por vídeos colgados en diferentes redes sociales. El ejemplo más cercano es el alimoche (Neophron percnopterus), que deja caer piedras con el pico para romper los huevos de avestruz, un comportamiento innato que confirmó Félix Rodríguez de la Fuente en sus series televisivas. Pero en el norte de Australia hay rapaces capaces de provocar incendios transportando ramas incandescentes de otros fuegos hasta pastos secos para hacer salir a sus presas a campo abierto, como han demostrado el milano negro (Milvus migrans), el milano silbador (Haliastur sphenurus) y el halcón berigora (Falco berigora). El cuervo de Nueva Caledonia (Corvus moneduloides) moldea palillos hasta formar un pequeño gancho en su extremo para sacar larvas y gusanos de los orificios donde se esconden. Los frailecillos (Fratecula arctica) cogen palitos del suelo para rascarse y el célebre pinzón carpintero de las Galápagos (Camarhynchus pallidus) se sirve de espinas para sacar a las larvas de sus escondrijos.
AUTORES:
José Carlos Aldea Dorado y Alberto Hernández Romo son veterinarios y trabajan como técnicos de la Junta de Castilla y León, el primero en la Consejería de Sanidad y el segundo en la Consejería de Agricultura y Ganadería. José Luis Rodríguez Esteban ejerce como veterinario privado. Además, los tres prestan sus servicios desde hace más de 25 años como veterinarios voluntarios en Las Dunas, un Centro de Recepción de Aves Silvestres (CRAS) situado en Cabrerizos (Salamanca).
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José Carlos Aldea
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