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La compra de Veta la Palma: cortina de humo en Doñana

Un gran grupo de flamencos en vuelo en el Parque Nacional de Doñana (foto: Jorge Sierra / Adobe Stock).

Devolver a la marisma las aguas del río Guadiamar debería ser la prioridad

Martes 30 de enero de 2024
La decisión de la Junta de Andalucía de adquirir parte de la finca de Veta la Palma no mejorará sustancialmente el hábitat de las aves acuáticas que forman el grueso de la biodiversidad de Doñana. El presupuesto de esta compra debería invertirse en devolver a la marisma las aguas del río Guadiamar por su cauce original, hoy transformado en cultivos.

Por Víctor Fernández Pasquier

La Junta de Andalucía ha anunciado recientemente su decisión de adquirir más de siete mil hectáreas de la finca Veta la Palma para ampliar el Espacio Natural de Doñana (integrado tanto por el Parque Nacional de Doñana como por el Parque Natural Doñana). Sin embargo, la compra de esa parte de la finca –de un total de once mil hectáreas que tiene– en realidad no incrementará el Espacio Natural de Doñana porque toda esa superficie ya era Parque Natural desde 1989.

Con respecto a la gestión de las aguas dulces tampoco es ninguna mejora, porque todas las aguas que se manejan en Veta la Palma son mareales y salobres, bombeadas desde el extremo sur de la finca en el estuario del Guadalquivir. Otro factor a tener en cuenta es que la empresa propietaria, Pesquerías Isla Mayor, tiene una autorización para cultivos acuáticos sobre 3.300 hectáreas. El resto de la finca no está inundada en ningún momento y no es hábitat utilizable por las aves acuáticas, salvo en momentos de abundante lluvia en los que se pueden encharcar los canales de drenaje. Toda la finca de Veta la Palma es una marisma totalmente transformada tras su aislamiento de los cauces del Guadalquivir y del Brazo de la Torre mediante un muro periférico, que está cuarteada por canales de drenaje que se hicieron en los tiempos en los que se pretendía crear cultivos agrícolas, evidentemente imposibles por la alta salinidad del suelo y la inexistencia de agua dulce para regarlos.

AUTOR:
Víctor Fernández Pasquier es biólogo. Conoció Doñana a finales de los años setenta a través de la familia Clarita. Trabajó en el desarrollo de los primeros cultivos acuícolas en el estuario del Guadalquivir, viviendo en la propia finca de Veta la Palma entre 1982 y 1983 y diseñando y gestionando otras instalaciones extensivas e intensivas. Posteriormente se dedicó al desarrollo de la reproducción y el cultivo intensivo del lenguado (Solea senegalensis) y la seriola (Seriola dumerili).

Correo electrónico:
vpasquier7@gmail.com