Por Cristian Pérez-Granados, Gerard Bota y Juan Traba
En los últimos años los avances tecnológicos han cambiado radicalmente los métodos empleados para realizar el seguimiento de la fauna silvestre. El trabajo de campo de botas y prismáticos cada vez va más acompañado del uso de equipos, sobre todo para detectar las especies más esquivas. Por ejemplo, las cámaras de fototrampeo son hoy en día un método asequible y comúnmente empleado por gestores y científicos e incluso al alcance de naturalistas aficionados.
Entre estas nuevas técnicas encontramos el monitoreo acústico pasivo, que consiste en la colocación en el campo de grabadores programados para registrar el sonido que les rodea durante un periodo determinado. Cabe recordar que los estudiosos de los quirópteros ya hace años que los utilizan, dada la dificultad de estudiar este grupo mediante observación directa. Desde hace un tiempo este método se emplea también para detectar otros grupos que emiten sonidos en algún momento de su ciclo vital, como las aves, los anfibios o incluso insectos.
AUTORES
Cristian Pérez-Granados (Departamento de Ecología de la Universidad de Alicante), Gerard Bota Cabau (Grupo de Biología de la Conservación del Centro de Ciencia y Tecnología Forestal de Cataluña) y Juan Traba Díaz (Departamento de Ecología de la Universidad Autónoma de Madrid). Los tres se dedican al seguimiento de aves amenazadas desde hace más de una década. En los últimos años se han especializado, entre otras técnicas, en el seguimiento remoto de fauna a través de grabadores de sonidos y la identificación automática de especies, incluyendo algunas tan emblemáticas como la alondra ricotí, el avetoro y la polluela chica.
Dirección de contacto:
Cristian Pérez-Granados
cristian.perez@ua.es