Por David Prado
Si hay un animal con mala fama en nuestros campos, ese es el meloncillo (Herpestes ichneumon), maltratado por los medios sensacionalistas y objeto de mil y una leyendas que poco o nada tienen que ver con la realidad. El hecho de que sea uno de los pocos mamíferos diurnos y por lo tanto relativamente fácil de ver, sus pupilas horizontales e iris ambarino que le han hecho ganarse el apodo de “pequeño demonio” o su aspecto “poco atractivo” en comparación con ginetas (Genetta genetta), tejones (Meles meles) o garduñas (Martes foina), han motivado un rechazo injustificado y un ensañamiento especial con esta especie autóctona.
Pero lo cierto es que el meloncillo, que es el único representante ibérico de la familia de los herpéstidos, familiarmente conocidos como mangostas, es tan valioso como cualquier otro depredador para el equilibrio de nuestros ecosistemas. Por cierto, la base de la dieta de este pequeño mamífero carnívoro de unos tres kilos y medio de peso de media son micromamíferos (ratones y topillos), reptiles y conejos (mejor dicho, gazapos, ya que hasta un conejo adulto le supone un desafío).
A pesar de lo que está dando que hablar el meloncillo, en realidad tenemos muy pocos datos de la especie en la actualidad. Su población se limita al sur y al suroeste de la Península Ibérica. Gracias a diferentes citas y avistamientos sabemos que su área de distribución se encuentra en un progresivo aumento, motivo que ha hecho crecer la tensión con el sector cinegético y ganadero. Lamentablemente no tenemos ningún estudio actual que nos ofrezca datos contundentes sobre distribución ni abundancia. De hecho puede ser uno de los mamíferos menos estudiados de nuestra fauna al encontrarse presente sólo en un pequeño número de comunidades autónomas.
A día de hoy ya no sólo su “mala fama” juega en su contra sino que además tiene que lidiar con un nuevo protagonista: el lince ibérico (Lynx pardinus). Actualmente este emblemático felino ha entrado de nuevo en la ecuación de depredadores que compiten en nuestros ecosistemas, regulando de forma natural la población de mesocarnívoros como zorros (Vulpes vulpes) y meloncillos. Así lo demuestra un estudio reciente realizado por el CSIC en una zona de Extremadura donde precisamente se ha reintroducido el lince: el valle del Matachel.
Cazar meloncillos es ilegal
¿Se debe autorizar la caza del meloncillo? Empecemos diciendo que es una especie autóctona y, como tal, goza del régimen de protección general que concede la Ley 42/2007, del Patrimonio Natural y de la Biodiversidad, en su artículo 54. Como especie legalmente protegida no se puede cazar y para poder cambiar esto hace falta un aval científico y haber intentado el control de los supuestos daños que ocasiona mediante métodos no letales. Cazar meloncillos es por lo tanto ilegal y es algo que no se puede autorizar sin estudios científicos previos que lo justifiquen y garanticen la buena salud poblacional de la especie.
Más injustificado parece aún el control poblacional del meloncillo que se ha autorizado en Extremadura si atendemos al único estudio del que disponemos sobre la especie en nuestra comunidad autónoma (1). Este trabajo fue publicado en 2004 por la Junta de Extremadura y la Universidad de Extremadura y entre sus conclusiones figura la contundente exclusión del meloncillo como sospechoso de la mayoría de los ataques a gallineros, habiéndose demostrado que este carnívoro está activo durante las horas de luz, mientras que los daños denunciados se producían durante la noche.
Sorprende el hecho de que la mayoría de las denuncias se localizaban geográficamente en zonas que no se corresponden con las de mayor abundancia del meloncillo. O los supuestos ataques al ganado ovino, donde en realidad lo que existía era una depredación de la placenta y demás restos del parto y “si en esas circunstancias se encontraban con la cría inmóvil se podría producir el ataque”, hechos estos tan aislados que se consideraron de ínfimo impacto.
Primer plano de un meloncillo (foto: Máximo Sánchez Cobo).
En cuanto a basarse en la incidencia del meloncillo sobre la fauna silvestre para justificar su caza, se trata de algo absurdo. Este tipo de depredación no es más que un proceso natural de la cadena trófica y los supuestos daños a los que se aluden no son mayores de los que habitualmente pueda producir cualquier otro depredador. Hay que insistir en que no existen estudios de abundancia de meloncillos ni del impacto de su depredación: ambos serían esenciales para demostrar sus daños sobre la fauna cinegética.
¿Qué hay detrás?
Parece evidente que la Junta de Extremadura no se ha basado en trabajos como el antes citado a la hora de autorizar la caza del meloncillo, así que desde la Sociedad Zoológica de Extremadura solicitaremos que nos hagan llegar los estudios actuales en los que sí lo han hecho, así como los datos de pérdidas económicas en el sector ganadero producidos por la especie que justifican esta medida. También nos gustaría saber qué protocolos se están siguiendo a la hora de determinar si los ataques denunciados son realmente de meloncillo, descartando otros posibles depredadores como por ejemplo gatos o perros.
Esperemos que cuando nos hagan llegar todos estos datos podamos comprender algo mejor a nivel científico las motivaciones de esta medida, que para nosotros es exagerada y totalmente injustificada. Nos parece más una maniobra política que de gestión: ceden a las peticiones de un potente lobby como es el de los cazadores y donde se encuentra un gran nicho de votantes, a la vez que hacen creer a la población en general que se preocupan por los ganaderos (mientras otros problemas que tiene el sector realmente importantes están siendo desatendidos).
Qué mejor que finalizar este artículo con una cita del estudio del que hemos hablado anteriormente con la que no podemos estar más de acuerdo: “Debería promoverse una campaña de educación ambiental donde se rehabilitase la imagen del meloncillo dando a conocer su biología, ecología y comportamiento al tiempo que se divulgase el importante papel de los depredadores en nuestros ecosistemas, haciendo especial hincapié en su labor de policía sanitaria y de mejora de las especies presas a través de la selección natural”.
AUTOR:
David Prado es portavoz de la Sociedad Zoológica de Extremadura.
Bibliografía:
(1) Hidalgo de Trucios, S. (2004). Memoria final. Estudio de la distribución y status del meloncillo (Herpestes ichneumon) en Extremadura, análisis de sus posibles impactos y causas y revisión de la situación de otros carnívoros de tamaño medio. Consejería de Agricultura y Medio Ambiente de la Junta de Extremadura, Universidad de Extremadura.
Echa una mano:
La petición online contra el control poblacional del meloncillo en Extremadura mediante su caza ha superado las 50.000 firmas. Esta campaña, lanzada por la asociación Free Fox, puede ser apoyada en www.change.org/p/no-a-la-caza-del-meloncillo
Nota de Redacción:
Este contenido incluye el texto completo del artículo que aparece publicado en el número 459 de la revista Quercus (mayo de 2024).