Por Luis Bolonio, Eulalia Moreno, Abel La Calle, Eugenio Montelío y Francisco Valera
Las energías renovables son una herramienta fundamental en la lucha contra el cambio climático. Sin embargo, un diseño inadecuado y una mala planificación en su implantación pueden poner en peligro la biodiversidad. Es abundante la literatura científica que muestra el impacto de los parques eólicos sobre numerosas especies de aves y murciélagos, pero es más escasa en el caso de las plantas fotovoltaicas.
Con la intención de contribuir a paliar al menos parcialmente este vacío de conocimiento, el equipo de Francisco Valera, de la Estación Experimental de Zonas Áridas, ha puesto en marcha el proyecto Ambiosolar. En este proyecto es objeto de estudio el despliegue de la energía solar en el Campo de Tabernas (Almería), donde dos aves esteparias, la ganga ortega (Pterocles orientalis) y la carraca europea (Coracias garrulus), cuentan con importantes poblaciones.
Ambiosolar está analizando las recientes normativas de aceleración de energías renovables –la modificada directiva europea sobre energías renovables 2023/2413, el reglamento europeo 2022/2577 destinado a acelerar el despliegue de las energías renovables y el real decreto 20/2022 de medidas de respuesta a las consecuencias económicas y sociales de la Guerra de Ucrania– y está examinando el efecto de su aplicación sobre las dos especies de estudio.
AUTORES:
Luis Bolonio es especialista en conservación, seguimiento y gestión de aves rapaces y esteparias amenazadas, con más de veinte años de experiencia. Actualmente es técnico del proyecto Ambiosolar. Eulalia Moreno es profesora de investigación en la Estación Experimental de Zonas Áridas, un instituto del CSIC ubicado en Almería. Abel La Calle es abogado y profesor de la Universidad de Almería, siendo su especialidad el derecho sobre medio ambiente. Eugenio Montelío, biólogo, trabaja como consultor ambiental estudiando la interacción de aves y quirópteros con las infraestructuras energéticas. Francisco Valera, científico titular en la Estación Experimental de Zonas Áridas, ha trabajado durante más de veinte años en el sureste español, dedicándose en los últimos años al estudio del impacto de las energías renovables sobre la biodiversidad.