Editorial

En deuda con la fauna aliada

Miércoles 31 de julio de 2024

La naturaleza no deja de sorprendernos, incluso con especies que nos resultan tan familiares como la urraca. ¿Quién iba a decirnos que este córvido, con tan mala fama para algunos y perseguido en muchos cotos de caza bajo el argumento del control de depredadores, iba a revelarse como un consumado plantabosques? De ello nos da jugosos y novedosos detalles un equipo de investigadores de la Universidad de Alcalá, que en este número de Quercus (págs. 16-23) nos presenta a la urraca como una dispersora masiva y efectiva de bellotas en dehesas y otras formaciones arboladas abiertas.

Dicho con otras palabras: no sabíamos hasta qué punto esta especie tan desacreditada nos está brindado gratis un servicio tan vital como es el de favorecer la regeneración forestal del bosque mediterráneo. Esta imagen benéfica de la urraca contrasta con la creciente atribución a la que estamos asistiendo de todo tipo de culpas a ciertas especies de la fauna salvaje, bien sea porque conviven con nosotros, bien porque afectan a actividades humanas como la agricultura y la ganadería, o simplemente porque nunca han tenido buena imagen.

El ejemplo paradigmático es el lobo, que intenta sobrevivir y recuperar sus antiguos dominios ajeno al conflicto al parecer insalvable entre los se felicitan por su protección legal y los que abogan por mantenerlo a raya como antaño. Un reciente espaldarazo a los primeros lo ha dado el Tribunal de Justicia de la Unión Europea, a raíz de la disputa legal por los controles letales de lobo entre las autoridades del Tirol (Austria) y los grupos ecologistas. La sentencia frena en seco cualquier pretensión de cazar lobos si no es bajo el detallado y preciso régimen de excepciones que ya contempla desde hace décadas la legislación europea que protege el cánido salvaje. Por estas mismas razones no auguramos mucho futuro a la proposición de ley que varios grupos políticos han presentado en el Congreso de los Diputados para intentar suprimir el actual estatus de protección legal que tiene el lobo en España, un asunto en el que entran de lleno varios reconocidos especialistas en derecho ambiental en esta nueva entrega de nuestra revista (págs. 64-65).

En el mismo saco del lobo pueden meterse otros muchos animales con mala fama, como zorros, meloncillos, murciélagos, buitres u ofidios. Incluso un ave urbana como el autillo, tan agradecida para los que nos emocionamos con cualquier traza de biodiversidad en nuestras ciudades, está por estas fechas apareciendo en la prensa por el trastorno que al parecer causa a algunos vecinos que no pueden dormir por el característico reclamo nocturno y territorial de este pequeño búho. Quizás sea el momento de recordarles el constante y silencioso trabajo de control biológico que ejercen los buenos de los autillos, cuya presa más consumida en ciudades como Madrid son las cucarachas, tal y como nos han contado nuestros amigos de Brinzal, la ONG que gestiona el centro de recuperación especializado en búhos y lechuzas que existe en la madrileña Casa de Campo.

Nuestro antropocentrismo nos lleva a poner el sambenito de alimañas a especies que nos estorban o nos molestan, pagando con la moneda del desprecio secular los importantes servicios ecosistémicos que nos prestan muchas de ellas, el lobo incluido. Son en realidad grandes aliadas nuestras, como es el caso de las urracas “restauradoras de bosques” que ofrecemos este mes. Desde Quercus estaremos muy atentos a darles el protagonismo que merecen.


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