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El treparriscos, elegido Ave del Año 2025

Treparriscos posado sobre una roca (foto: Aabeele / Shutterstock).
Viernes 10 de enero de 2025
La votación del Ave del Año 2025, abierta al público e impulsada por SEO/BirdLife, ha dado como ganador al treparriscos, una especie muy ligada a las montañas y cuya población reproductora en España se estima entre 1.200 y 1.800 individuos. Os contamos algo más de esta ave que no se deja ver fácilmente.

La votación de este año para elegir a la especie protagonista de la campaña Ave del Año 2025 de SEO/BirdLife ha concluido con el treparriscos como ganador. Hasta la fecha 36 especies han obtenido esta distinción con el objetivo de concienciar sobre su declive poblacional o porque sus hábitats presentan amenazas relevantes para su conservación. Tras un proceso de votación abierta y participativa en el que se han recibido 6.883 votos, el treparriscos ha sido elegido por 2.537 votos (36,81%) como Ave del Año 2025. El ruiseñor pechiazul ha quedado en segundo lugar, con 2.334 votos (33,86%), seguido del gorrión alpino, con 2.022 votos (29,33 %).

El treparriscos (Tichodroma muraria) es una de las aves más llamativas de la avifauna española, aunque también es de las más esquivas. Su coloración, predominantemente pizarrosa, le hace pasar inadvertido hasta que levanta el vuelo desplegando sus anchas alas redondeadas de un llamativo color bermellón. Se trata de un ave inconfundible, de vuelo ondulado y espasmódico, parecido al de una enorme mariposa. Como su nombre vernáculo, treparriscos, y científico indican, esta ave está íntimamente ligada a los cortados rocosos en zonas de montaña. Es una especie insectívora, que consume todo tipo de pequeños invertebrados que captura en las paredes rocosas o en huecos, fisuras y repisas con algo de vegetación. Ocasionalmente también se alimenta sobre la corteza de algún árbol o entre los matorrales rupícolas.

Una población fragmentada
El treparriscos, que se distribuye por zonas de montaña de Eurasia, tiene en España su área más occidental de distribución. Dado que su hábitat es bastante poco accesible y la especie es relativamente difícil de detectar, son muchas las incógnitas sobre su estado de conservación, por lo que no se dispone de información precisa sobre su tamaño poblacional ni de su tendencia.

En nuestro país, donde la población está muy fragmentada, sus principales áreas de reproducción se encuentran en dos áreas aisladas: en la Cordillera Cantábrica y en Pirineos. Según se recoge en el III Atlas de las Aves Reproductoras de España, esta especie está especializada para vivir en un ambiente muy determinado y la densidad estimada en su hábitat es muy baja, por lo que la población ibérica tiene que ser necesariamente poco numerosa.

En 2012 se estimó un mínimo de 65 territorios de treparriscos en el Pirineo catalán y en 2015 se confirmaron entre 595 y 704 territorios en el Pirineo aragonés. Para la Cordillera Cantábrica la información es incompleta, pero podría haber entre 50 y 100 territorios. En conclusión, se estima que para toda España el número de territorios oscilaría entre algo más de 600 y 900 y que la población de reproductores estaría entre 1.200 y 1.800 individuos.

A pesar de su pequeña población y de la fragmentación en dos núcleos diferentes, y debido a la falta de información precisa, la especie se catalogó en la última edición de 2021 del Libro Rojo de las Aves de España como “Casi amenazada”, si bien, de confirmarse las estimaciones de sus poblaciones, habría que pasar a considerarla como “En peligro”, aplicando los criterios establecidos por la UICN.

El cambio climático es sin duda una de sus amenazas
Los efectos del aumento de la temperatura en el planeta son claramente visibles en los hábitats de alta montaña y las especies de aves vinculadas a estos medios son muy sensibles a las variaciones en las estrictas condiciones en las que viven, por lo que se constituyen como uno de los mejores indicadores del impacto del cambio climático.

El treparriscos, como otras aves de alta montaña, tiene un alto grado de especialización y su ciclo vital está adaptado a unas condiciones muy concretas de temperatura, innivación o precipitación, cuya variación origina cambios tanto en la calidad como en la cantidad de hábitat adecuado disponible. Por lo tanto, si consideramos el grado de aislamiento y fragmentación de sus poblaciones, es más que probable que tanto el área de distribución como el tamaño poblacional de esta especie se reduzca en el contexto de las previsiones de cambio climático, dado que, al subir las temperaturas, los hábitats adecuados para el treparriscos van a ser cada vez más escasos.

Sin embargo, no hay que olvidar otros factores de presión que están impactando negativamente en las poblaciones del treparriscos, sobre todo los ligados a las actividades de ocio que se desarrollan en sus territorios, como barranquismo, escalada o la instalación de vías ferratas, tan en boga en los últimos años. A esto hay que añadir el proceso de artificialización de nuestras montañas con el desarrollo de proyectos vinculados a la ampliación de estaciones de esquí y sus infraestructuras asociadas.

Dos imágenes de treparriscos donde se aprecia el llamativo color bermellón de sus alas (fotos: Daniel Dunca / Shutterstock).

Medidas de conservación propuestas
Por todo ello, a lo largo de 2025 SEO/BirdLife llevará a cabo diferentes trabajos de ciencia, conservación, educación y divulgación para dar a conocer al treparriscos y su estado de conservación y contribuir así a solucionar los problemas a los que se enfrenta tanto esta especie como el conjunto de aves de alta montaña al que representa.

Entre las acciones que se desarrollarán, SEO/BirdLife trabajará con federaciones de montañismo y asociaciones de guías y escuelas de montaña y escalada para sensibilizar acerca de las molestias al treparriscos y a otras especies con las que comparten el hábitat así como fomentar el establecimiento de regulaciones para estas prácticas deportivas, con el objeto de compatibilizar su disfrute con la conservación de las aves de montaña.

También está previsto dar a conocer los resultados del primer censo nacional de aves de alta montaña, cuyo trabajo de campo finalizó en 2024, ofreciendo información sobre los tamaños poblacionales de las especies que desarrollan su ciclo vital por encima de los 1.500 metros de altitud. Con estos resultados se mejorará el conocimiento disponible del tamaño poblacional y de la distribución de uno de los grupos de aves más desconocidos, lo que permitirá proporcionar información básica sobre su estado de conservación y facilitar el establecimiento de medidas de gestión adecuadas para estas especies. Asimismo, desde SEO/BirdLife se llevará a cabo una campaña de ciencia ciudadana para mejorar el conocimiento del comportamiento y distribución de esta y otras especies de aves de alta montaña.

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