Por montañas y desiertos africanos con Eugenio Morales Agacino

“Con fecha 11 de agosto, nos entregaba don Cándido Bolívar Pieltain nuestros certificados de comisión y tras largo viaje en coche por Escalera y en tren por mí, realizados ese mismo día, llegamos a Algeciras, cruzamos el Estrecho y, al siguiente día 12, pasamos la aduana de Castillejos (Ceuta) y pernoctamos en Tetuán, capital del Protectorado” (1). Corría el año de 1932 y para Eugenio Morales Agacino, que pocos meses antes había cumplido los dieciocho, era la primera de las muchas expediciones que a lo largo de su vida iban a llevarle hasta el norte de África, en pos de su naturaleza y en particular de su fauna.

En aquella ocasión iba comisionado por el Museo Nacional de Ciencias Naturales y la Sociedad Española de Historia Natural para recolectar insectos en Marruecos y acompañaba a Fernando Martínez de la Escalera, cuyo padre, Manuel, había destacado como entomólogo en la exploración de Marruecos (2). También Morales iba a regresar una y otra vez a Marruecos y al entonces Sáhara Español hasta convertirse en un experto conocedor de las montañas y los desiertos de aquellas regiones. Todo ello está narrado con detalle en unas memorias, de las que se ha tomado la cita inicial y todas las que siguen, cuando no se indique otra cosa. Una versión abreviada de esa autobiografía ha sido publicada, gracias al celo de Joaquín Fernández Sánchez y Alberto Gomis, como parte de una interesante colección de textos históricos sobre la naturaleza española (3). En sus páginas se recoge la vida insólita de un naturalista que recorrió medio mundo, superando las dificultades materiales que limitaban la investigación en su propio país y sorteando impedimentos institucionales y académicos derivados de los azares históricos que le tocó vivir.