Un día de trabajo en el santuario del lince ibérico

Macho..., hembra..., hembra..., macho..., hembra..., no, macho”. Jesús y Alfonso van sacando, uno a uno, los conejos de un cajón de madera y, tras sexarlos mirándoles los genitales, los sueltan junto a una de las entradas de un vivar, donde se ocultan rápidamente. Liberan en este punto unos diez ejemplares y repiten la misma operación en una docena de vivares más.

Es 25 de octubre de 2004 por la mañana y he sido invitado por WWF/Adena para conocer sobre el terreno lo que está asociación esta haciendo para que haya más conejo y, por lo tanto, más comida para el lince ibérico, en la sierra de Andújar, el gran santuario mundial del felino, al noroeste de la provincia de Jaén.

Junto con algunas zonas limítrofes de la provincia de Córdoba, este sector de Sierra Morena, hendido por numerosos valles y barrancos a los que cubren magníficos bosques y dehesas mediterráneos, contiene algo más de una veintena de territorios con hembras reproductoras, según los censos más recientes. Durante los últimos tres años WWF/Adena, en colaboración con la Fundación Biodiversidad, se ha dedicado a cercar con vallas metálicas parcelas de entre cinco y siete hectáreas cada una. Se cuenta hasta la fecha con diez de estos cercados, repartidos en cuatro fincas diferentes de la sierra de Andújar. La idea es ir introduciendo en cada uno de ellos entre 150 y 200 conejos. Dentro del terreno delimitado por la valla se ha construido una media de treinta vivares, al objeto de facilitar el asentamiento de los animales liberados y que formen núcleos reproductores estables. En 2005 está previsto cercar cinco parcelas más.