Sexo, mosquitos y protozoos

Cuando Michael Sukhdeo, un especialista en el gusano parásito Trichinella, envió su artículo a una revista de comportamiento animal no imaginó que lo rechazarían de plano. El editor pensó que se trataba de un error. No alcanzaba a comprender que los parásitos pudieran tener algún tipo de comportamiento (1). Pero son seres excepcionales en muchos sentidos, a pesar de no formar un conjunto taxonómico homogéneo. En un sentido amplio, el parasitismo ha tenido un gran éxito evolutivo. Consiste en encontrar una especie hospedadora que proporciona un beneficio al parásito y a la que éste causa un perjuicio. Esta definición incluye actualmente a representantes de todos los seres vivos, desde los más sencillos –virus, bacterias o protozoos– hasta los más complejos –gusanos, insectos o peces–. En todos los grupos encontramos organismos que pueden encajar en la categoría de parásitos, por lo menos en alguna fase de su ciclo vital. Sin embargo, debido a que dependen estrictamente de sus hospedadores, suelen aparecer como seres evolutivamente degenerados y, por lo tanto, es difícil que se les considere capaces de desarrollar un comportamiento o una estrategia adaptativa digna de mención.

Muchos de los seres vivos que han evolucionado hacia una forma de vida parásita son bastante sencillos en apariencia. Sus hospedadores cubren una parte de sus necesidades y no han tenido que desarrollar ciertas estructuras, aunque sí otras que le permiten sobrevivir a su costa. Entre parásito y hospedador se establece siempre una relación poco amistosa que habitualmente desemboca en una “carrera de armamentos” evolutiva: el parásito intenta eludir las barreras interpuestas por el hospedador y el hospedador intenta evitar el asentamiento y la reproducción del parásito. Ante esta situación, lo que puede parecer sencillez organizativa se torna en complejas estrategias adaptativas encaminadas a conseguir reproducirse con éxito a costa de los hospedadores (2). Este es el caso concreto de algunos protozoos, seres unicelulares tan pequeños y dañinos como los causantes de la malaria.