Tribuna
Taxónomos en horas bajas
Por José Alberto Tinaut
miércoles 22 de octubre de 2014, 11:53h
La biodiversidad es un valor en alza en investigación. Los inventarios de especies en los que se basa este concepto requieren de la labor especializada de los taxónomos, sobre todo a la hora de profundizar en ámbitos tan amplios y desconocidos como el de los insectos. Sin embargo, estos profesionales no reciben la atención que merecen.
Tengo ante mí el ejemplar disecado de paloma migradora americana (Ectopistes migratorius) que se conserva en la Universidad de Granada. Esta ave es uno de los ejemplos más clásicos de especies extinguidas en tiempos recientes. También simboliza lo impredecible que puede resultar la supervivencia de una especie, ya que sus bandadas estaban formadas por miles de aves, hasta el punto de que se cuenta que llegaban a ocultar al sol.
Probablemente este ejemplar que contemplo se cazara cuando aún era abundante la especie y su conservación no tuviera entonces mayor interés. Pero la historia hizo que adquiriera una relevancia singular, convirtiéndose en uno de los pocos representantes que se pueden observar de una especie ya extinguida. El privilegio de que se conserven restos en mejor o peor estado es compartido sólo con algunas de las quinientas especies de vertebrados que se consideran extinguidas.
Para buena parte de ellas, el cambio climático no entró en el juego de las posibles variables causantes de su extinción. La mayoría fue exterminada a partir del siglo XVI, como consecuencia de la caza abusiva o de la introducción de gatos, perros y ratas. Se calcula que unas 3.600 especies más están hoy en día en peligro crítico. Esta cifra está sin duda descompensada hacia los vertebrados, ya que son el grupo mejor conocido.
).