Buitres, esos grandes aliados del medio ambiente

La entrada en vigor del nuevo reglamento 1069/2009 de la Unión Europea en materia de subproductos animales no destinados al consumo humano (SANDACH) no varía sustancialmente ni la clasificación ni el destino de la mayor parte de estos residuos respecto a la normativa anterior. Se continúa con una clasificación de los animales muertos en explotaciones ganaderas basada en el riesgo de transmisión de las encefalopatías espongiformes. En la categoría 1 están los Materiales Específicos de Riesgo (MER), que comprende a todos los cadáveres de rumiantes; en la 2 se incluyen los no rumiantes.

La normativa vigente contempla la utilización de estos restos para alimentar a las aves necrófagas. Sin embargo, en la práctica, los protocolos de sanidad animal establecidos y la propia inercia del sistema actual de eliminación de los SANDACH hacen muy difícil la utilización de esa posibilidad legal. La realidad es que el destino principal de los cadáveres de la categoría 1 es la incineración o la coincineración.

En España se generan cada año unas 380.000 toneladas de carroñas, de las que unas 150.000 corresponden a rumiantes. Las consecuencias de la aplicación masiva de la incineración para eliminar cadáveres de rumiantes implica un alto coste energético y económico. También conlleva un gran impacto ambiental, derivado no sólo de las emisiones de gases de efecto invernadero y de gases contaminantes, sino también de la imposibilidad del reciclaje natural de esta fuente de nutrientes por parte de fauna salvaje y demás elementos de los ecosistemas.