No es oro todo lo que reluce
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Balsas de agua contaminadas por petróleo en Kuwait durante la Guerra del Golfo a principios de los años noventa. Sobreimpresionadas, a la derecha, se observan las siluetas de decenas de libélulas atraídas por el reflejo de la luz solar sobre la superficie del crudo. Estas balsas actuaron como trampas ecológicas para mamíferos, aves, reptiles y una gran variedad de insectos (fotos cortesía de Jochen Zeil). |
Por Salvador Herrando Pérez
miércoles 22 de octubre de 2014, 11:53h
Los aficionados al cine saben que elegir una película por la crítica del periódico o por su cartel publicitario es una lotería. En la película de la naturaleza, confundir lo atractivo con lo apropiado puede comprometer la vida de un individuo o de su prole e incluso anticipar la extinción de una población o una especie.
Cada día cualquier animal toma decisiones sobre cuándo, dónde y con quién realizar actividades básicas como aparearse, comer, descansar, hibernar o migrar. Estas decisiones implican comportamientos específicos ligados a estímulos ambientales concretos, como la temperatura, la cantidad de árboles o el olor de otro animal. Le ocurre tanto al piojo que brinca de una cabeza a otra como al caribú que se une a su horda en la migración pre-invernal. Las especies persisten en el planeta porque esas decisiones se traducen en supervivencia o reproducción en un número mayor de ocasiones que cuando no lo hacen, son como una memoria evolutiva impresa en los genes y el comportamiento.
A veces, sin embargo, la decisión evolutivamente correcta lleva al individuo al peor de los hábitats posibles. El ambiente engaña, lo atractivo ya no es lo apropiado y el individuo fracasa en la reproducción, pasa hambre, frío, enferma o incluso muere.
Víctimas de un espejismo
Durante la Guerra del Golfo, la destrucción de instalaciones petrolíferas contaminó numerosos reservorios de agua en el desierto de Kuwait. El húngaro Gábor Horváth y el alemán Jochen Zeil observaron aglomeraciones de insectos muertos en las orillas de estos reservorios y libélulas que trataban de poner huevos sobre el crudo y quedaban atrapadas en su superficie. Su trabajo, publicado en Nature en 1996 (1), estimuló experimentos con los que Horváth y su equipo de biofísicos en Budapest han puesto de manifiesto que las libélulas son atraídas por la polarización de la luz reflejada en el petróleo. No sólo eso, también han encontrado insectos tratando de desovar o copular en superficies reflectantes disparatadas, como paneles solares, carreteras asfaltadas o lápidas de cementerio. Nunca mejor dicho: los insectos son víctimas de un espejismo.
Bibliografía
(1) Horváth, G. y Zeil, J. (1996). Kuwait oil lakes as insect traps. Nature, 379: 303-304.
(2) Robertson, B.A. y Hutto, R.L. (2006). A framework for understanding ecological traps and an evaluation of existing ecological evidence. Ecology, 87:1.075-1.085.
(3) Schlaepfer, M.A.; Runge, M.C. y Sherman, P.W. (2002). Ecological and evolutionary traps. Trends in Ecology and Evolution, 17: 474-480.
(4) Dwernychuk, L.W. y Boag, D.A. (1972). Ducks nesting in association with gulls – an ecological trap? Canadian Journal of Zoology, 50: 559-563.
(5) Delibes, M.; Gaona, P. y Ferreras, P. (2001). Effects of an attractive sink leading into maladaptative habitat selection. The American Naturalist, 158: 277-285.
(6) Battin, J. (2004). When good animals love bad habitats: ecological traps and the conservation of animal populations. Conservation Biology, 18: 1.482-1.491.
(7) Gilroy, J.J. y Sutherland, W.J. (2007). Beyond ecological traps: perceptual errors and undervalued resources. Trends in Ecology and Evolution, 22: 351-356.