En busca del ecoturista solidario

¿PUEDEN LOS TURISTAS BENEFICIAR A LA BIODIVERSIDAD? Los ingresos que los que se apuntan a observar lobos dejan en los alojamientos y restaurantes de las zonas donde vive el carnívoro son ya un argumento de peso a favor de proteger más a la especie. Otro ejemplo: a mediados de los años noventa, la organización Earthwatch aterrizó en nuestro país para invitarnos a financiar el trabajo de los investigadores con las especies más emblemáticas del planeta, a cambio de permitirnos participar en las expediciones científicas emprendidas por esos mismos expertos.

Una nueva fórmula para conjugar turismo y conservación se llama “Soy Ecoturista”. Para contarnos qué es esto, del 15 al 17 del pasado marzo, la revista Quercus fue invitada a un viaje de periodistas y blogueros por las comarcas de Villuercas y Monfragüe, en el norte de la provincia de Cáceres. Ambas son casos en pleno vigor de cómo la protección legal de un espacio natural abre posibilidades para el ecoturismo, en el primer caso a través del Geoparque declarado en septiembre de 2011 y en el segundo caso, por los más de seis años que lleva ya como Parque Nacional.

El alojamiento más señalado del Geoparque “Villuercas, Ibores y La Jara” (así se llama oficialmente) es el Parador de Guadalupe, donde pasamos la primera noche de nuestro viaje. Ricardo Blanco, experto en ecoturismo del Ministerio de Industria, Energía y Turismo, nos cuenta allí mismo algunos detalles del proyecto, empezando por el dato de que está subvencionado por su ministerio. En realidad, “Soy Ecoturista” es como si dijéramos el nombre de la marca. El proyecto quizá no suene tan pegadizo, “Ecotourism Payback Experience”, o sí, que opiniones habrá para todos los gustos.

De momento en fase de prueba, “Soy Ecoturista” ha sido lanzado por Turebe, que es una alianza de empresas, asociaciones y organismos creada para fomentar el ecoturismo en los espacios protegidos. La idea central es cultivar ese perfil tan deseable de un turista responsable y solidario con la conservación de la biodiversidad. Quizás sea algo utópico. “¿Cómo se consigue esto?”, pregunto. “Pues ofertándole la posibilidad de vivir experiencias exclusivas a través de la visita a actuaciones emblemáticas con especies y hábitats”, me responde Blanco, para quien “la clave de todo este engranaje es que parte de lo que paga el turista sirva para financiar esas actuaciones”. Como apuesta teórica suena bien, pero ¿podrá ser una realidad?

PIE DE FOTO: Jesús Porras, guía de la empresa Iberian
Nature, muestra a blogueros y periodistas
las aves que se ven en el Salto del Gitano,
en Monfragüe.