LA COLOCACIÓN DE NIDALES PERMITE CREAR UNA POBLACIÓN REPRODUCTORA EN CIUDAD REAL
Ventajas e inconvenientes de las cajas-nido para las carracas
miércoles 22 de octubre de 2014, 11:53h
El declive de las poblaciones de carracas se achaca a los recientes y profundos cambios que ha sufrido el campo español. Una de las medidas para tratar de contrarrestar este efecto consiste en instalar cajas-nido en lugares adecuados para la reproducción de la especie. Analizamos aquí las ventajas e inconvenientes de una campaña de este tipo mantenida durante casi diez años en los Montes de Toledo.
Texto: Diego F. Perea, Julián Hoyas, Ramón Perea, Ángel Páramo, Juan Carlos Marín,
Juan E. Sánchez y José Sánchez.
La carraca (Coracias garrulus) es la única representante de la familia Coraciidae que habita en España, donde se reproduce de forma dispersa por la Meseta Norte, el centro y el sur peninsular, la franja mediterránea y el valle del Ebro. Como visitante estival, ocupa hábitats esteparios, zonas mediterráneas con arbolado disperso y sotos. En cuanto a la alimentación, captura sobre todo grandes invertebrados y ocasionalmente pequeños mamíferos (1, 2). Instala su nido en agujeros de los árboles, aunque también puede utilizar roquedos y ruinas (3).
Sin embargo, aún desconocemos aspectos básicos como su ecología trófica y reproductiva, procesos migratorios, relaciones interespecíficas, conducta social y tendencias poblacionales. Respecto a este último aspecto, suele admitirse que la carraca se encuentra en regresión en la mayor parte de los países que conforman su área de distribución europea. La causa principal de este declive sería la modificación del hábitat por intensificación de la agricultura y la pérdida de lugares propicios para anidar (4).
Un hábitat antaño idóneo
En este contexto, las amplias dehesas de los Montes de Toledo constituyen un hábitat potencial para la nidificación de la carraca y otras aves trogloditas. Pero, a pesar de ello, la especie se reproduce en muy escaso número y en contados enclaves de la geografía oretana. En efecto, durante el último cuarto de siglo se han producido muchos cambios en la composición de la avifauna local. Así, algunas de las especies que interactuaban con la carraca han desaparecido o se han hecho sumamente escasas. Este es el caso, por ejemplo, del pito real (Picus viridis), antaño uno de los pájaros carpinteros más abundantes, que proveía de abundantes agujeros para que se reprodujeran otras aves trogloditas.
De hecho, fue la observación reiterada de una pareja de carracas que intentaban denodadamente entrar en un viejo nido de pito real lo que hizo que instaláramos, a mediados de 2002 y de forma experimental, una caja-nido diseñada para la especie en la raña del río Las Navas (Retuerta del Bullaque, Ciudad Real). El nido de pito real estaba situado en un quejigo (Quercus faginea), a apenas un metro y medio del suelo, y las carracas no lograron ocuparlo debido a la reducción del diámetro del orificio de entrada con el paso de los años. Posteriormente, en el año 2004, colocamos otras 30 cajas-nido y una más antes de la temporada de cría de 2007. Todas ellas fueron repartidas por una dehesa mixta de encina (Quercus ilex) y quejigo situada a 750 metros de altitud, con cultivos de cereal a tres hojas. El escaso desarrollo de estas siembras, normalmente de avena durante los años que duró el estudio, permite definir el hábitat como un pastizal arbolado con una densidad media de 21 árboles por hectárea. Los principales herbívoros que aprovecharon estos cultivos fueron ciervos (Cervus elaphus) y gamos (Dama dama), aunque hasta el año 2007 hubo también ganado bovino.
Pie de foto: La carraca siente una clara preferencia por los pastizales con arbolado disperso, capaces de proporcionar abundantes presas, aunque también se vale de postes y cercas como posaderos. Foto: Diego F. Perea.