Prueba de paternidad
miércoles 22 de octubre de 2014, 11:53h
El rol paterno se ve afianzado por la seguridad de ser el padre biológico de la prole. Esto, que se ha observado en varias especies de aves y mamíferos, es evidente incluso en los humanos. Así, muchos padres envueltos en divorcios solicitan pruebas genéticas de parentesco
que pueden determinar la futura dedicación a los supuestos hijos.
Un estudio publicado en la revista Nature explora el cuidado
parental en un pez de agua dulce ante situaciones de adulterio.
Salvador Herrando Pérezsalvador.herrando-perez@adelaide.edu.au
El comportamiento
El pez agalla azul (Lepomis macrochirus) es nativo de las cuencas norteamericanas de Grandes Lagos, Misisipi y San Lorenzo (Canadá y Estados Unidos). Es una especie poliándrica, es decir, son varios los machos que fertilizan a cada hembra; aunque curiosamente en cada camada hay un macho parental y dos tipos de machos oportunistas. El macho parental hace hoyos en la arena y cuando una hembra entra en su nido, la pareja deposita en él miles de gametos (fecundación externa). Después la hembra se va. Todo ocurre en un solo día. Los juveniles nacen dos o tres días después y abandonan el nido al cabo de una semana. Durante todo este periodo, el macho se encarga de custodiar a la prole.
Pero también hay machos “ladrones”, de 2 a 3 años de edad, que irrumpen como balas en los nidos durante la freza para dejar su esperma; y machos “satélites”, a partir de los 4 años, que por coloración y tamaño se parecen a las hembras y hacen valer esta semejanza para participar en la freza junto a la pareja como si fueran una hembra más.
Un conflicto sexual como el aquí esbozado puede hacer que el macho parental abandone el nido o se coma los huevos ante el riesgo de adulterio (1).
El experimento
El canadiense Bryan Neff (2) ha estudiado el cuidado parental de los peces agalla azul en el lago de Opinicon (Ontario, Canadá). Antes ya había constatado que los machos parentales son capaces de reconocer por el olor a su propia descendencia (3). En un primer experimento (amenaza de adulterio), situó dos acuarios transparentes con dos machos ladrones cada uno frente a 34 nidos de machos parentales el día de la freza. En otros 20 nidos los acuarios estaban vacíos (control del efecto del acuario). En un segundo experimento (adulterio consumado), Neff mezcló en 20 nidos los huevos de otras frezas y en 15 nidos sacó los huevos y los volvió a poner tal cual (control del efecto de la manipulación).
En ambos casos, midió el cuidado parental como el número de agresiones que los machos parentales desplegaban ante un depredador, la perca sol (Lepomis gibbosus), también dentro de un acuario frente al nido. Neff calculó la diferencia entre agresiones cuando los machos parentales cuidaron a su prole en fase de huevo y en fase de alevín, para ambos tratamientos y en cada uno de los experimentos.
El resultado...
Pie de foto: Peces agalla azul (Lepomis macrochirus) en el fondo del lago Opinicon (Canadá) durante el estudio resumido en estas páginas. Los tres se encuentran en un nido durante el periodo de freza. El macho parental, constructor del nido, es el más grande y de color claro. La hembra se encuentra en el centro. A la derecha aparece un macho satélite, de tamaño y coloración muy similares a los de la hembra (foto: Bryan Neff).