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PENÍNSULA VALDÉS, UN SANTUARIO DE VIDA SILVESTRE EN LA PATAGONIA ARGENTINA

Las orcas de Punta Norte, famosas por practicar el varamiento intencionado como técnica de caza

Una hembra de orca caza un lobito en la ensenada de Punta Norte, mientras otros ejemplares la acompañan para aprender la técnica (foto: Jordi Ruiz-Olmo y Jorge Cazenave).
Una hembra de orca caza un lobito en la ensenada de Punta Norte, mientras otros ejemplares la acompañan para aprender la técnica (foto: Jordi Ruiz-Olmo y Jorge Cazenave).
miércoles 22 de octubre de 2014, 11:53h
Dentro del paraíso natural de la Patagonia, Península Valdés es un enclave mítico de la costa argentina. Reconocido internacionalmente por su población de ballena franca, es el único lugar del mundo donde las orcas capturan mamíferos marinos mediante la técnica del varamiento intencionado. Una ONG, Punta Norte Orca Research, desempeña allí una meritoria labor para proteger y ordenar el uso turístico de un territorio donde los procesos naturales aún se desarrollan sin interferencias.

Texto y fotos: Jordi Ruiz-Olmo y Jorge Cazenave
Suramérica es un punto caliente de diversidad biológica, pero a menudo pensamos en la riqueza de las selvas y pantanales del Orinoco y el Amazonas, la cordillera de los Andes o sus estepas y desiertos. Sin embargo, esa riqueza está también presente en los ambientes marinos, especialmente en aguas de la Patagonia, donde las poblaciones de mamíferos y aves, a menudo reunidas en grandes colonias, son muy considerables (1-3).

Por ejemplo, en la Patagonia podemos encontrar hasta 32 especies de cetáceos, tres de pinnípedos (además de otras seis ocasionales), dos de nutrias litorales, tres de pingüinos y seis de cormoranes. Todo un lujo si lo comparamos con nuestra vieja Europa. Una abundancia y diversidad que sólo se explica por la de otras especies animales y vegetales menos conspicuas, pero que determinan un ecosistema potente y complejo.

Si seguimos la costa atlántica de Suramérica a vista de pájaro, podemos comprobar que es frecuentemente rectilínea y está salpicada de grandes estuarios. Nada parecido a las costas escandinavas, escocesas, gallegas o canadienses, complejas y recortadas, con abundantes islas. Desde el espacio sólo destaca una única anomalía, un lugar donde la costa se complica en ensenadas, cabos y salientes. Un paraje singular donde la tierra, a modo de barrera, se adentra unos cien kilómetros mar adentro, modificando la circulación de los vientos y las corrientes marinas. Totalmente expuesto al azote de las olas y en el que las mareas pueden ser casi opuestas según dónde te encuentres. Una trampa para nutrientes que aprovecha la fauna marina. Una prolongación del continente al que se une por un estrecho istmo, el de Ameghino, de 35 kilómetros de longitud y apenas 5 de ancho en su punto más angosto. Un rincón especial para la vida marina: Península Valdés.

Hemeroteca
Quercus 251 (enero 2007)
Ref. 5301251 / 3’90
Orca: la ballena intoxicada. Isaac Vega.

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