El Instituto Jane Goodall-España ha impulsado la creación de una reserva natural comunitaria, Dindefello, en el remoto sureste de Senegal, una región muy poco visitada por naturalistas y ornitólogos. Un reciente estudio sobre las aves de la futura reserva ha deparado algunas sorpresas y permitirá promover el ecoturismo como herramienta de apoyo para el desarrollo local.
Por José María Fernández García, Nerea Ruiz de Azua, Liliana Pacheco, Ferrán Guallar, Diba Diallo y Dauda Diallo
Hace cuatro años el Instituto Jane Goodall-España se embarcó en un proyecto de conservación y desarrollo en la región de Kedougou, en el extremo sureste de Senegal, un área fronteriza con Guinea-Conakri y Mali. Senegal, como otros países de África occidental, tiene una elevada densidad de población humana, pero ésta se concentra en los distritos costeros, donde se hallan los grandes núcleos urbanos. Las regiones del interior están menos pobladas y las comunicaciones han sido relativamente complicadas hasta no hace demasiado tiempo.
Al contrario que en las zonas oriental y meridional del continente, en el occidente la gran fauna africana ha sido prácticamente erradicada. Uno de sus últimos bastiones es el Parque Nacional Niokolo-Koba, que aún alberga en sus 9.000 kilómetros cuadrados grandes antílopes, leones e incluso licaones, en un precario estado de conservación. Precisamente la carretera que une Dakar, la capital de Senegal, con la ciudad de Kedougou atraviesa el Niokolo-Koba, seccionando en dos el parque y facilitando la penetración en él de furtivos y ganaderos ilegales.
El propósito último del Instituto Jane Goodall-España es promover una reserva que asegure la conservación de una de las últimas poblaciones de la subespecie occidental de chimpancé (Pan troglodytes verus). La distribución de esta subespecie se encuentra fragmentada en una docena de núcleos. En su extremo norte, entre Senegal, Guinea-Conakri y Mali, estos chimpancés viven en bosques y sabanas semiáridos, en condiciones ambientales bien diferentes a las típicas de las selvas húmedas. Los primatólogos han descrito innovadores comportamientos adaptativos en la región, que incluyen el baño en pozas de agua, el cobijo en cuevas y la actividad nocturna para combatir el agobiante calor durante la época seca, así como el empleo de ramas, a modo de lanza o bayoneta, para matar y ensartar gálagos (Galago senegalensis) ocultos en huecos de árboles. Preservar estas poblaciones de chimpancé no sólo es importante por su valor intrínseco, sino también por los datos científicos que pueden aportar al conocimiento de las estrategias de supervivencia de los primeros homínidos, que se enfrentaron a condiciones ambientales semejantes (1).
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