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El seguimiento de aves comunes muestra la pérdida de biodiversidad En hábitats agrícolas

Vuelve la primavera silenciosa

Las causas del declive actual de muchas especies de aves comunes hay que buscarlo en los medios agrícolas. En la fotografía, cultivo de secano en la zona de Los Oteros, en el término municipal de Valencia de Don Juan (León). Foto: Ángel Moreno.
Las causas del declive actual de muchas especies de aves comunes hay que buscarlo en los medios agrícolas. En la fotografía, cultivo de secano en la zona de Los Oteros, en el término municipal de Valencia de Don Juan (León). Foto: Ángel Moreno.
sábado 29 de noviembre de 2014, 11:20h
Hace más de medio siglo la famosa obra de Rachel Carson que inspira nuestro titular alertó al mundo del efecto callado pero devastador de los plaguicidas sobre la biodiversidad. Hoy no un libro, sino el seguimiento científico de las aves comunes, sobre todo en hábitats agrícolas, nos avisa de la misma letal amenaza.

por Juan Carlos del Moral y Virginia Escandell
El conocimiento de la evolución de las poblaciones de aves comunes es muy reciente en España. Antes de la década de los noventa solo existían datos para especies escasas como el águila imperial y la cigüeña blanca, relativamente fáciles de contar por su bajo número. Aún así, eran muy pocas las que contaban con censos sistemáticos, de metodología homogénea y realmente comparables, que reflejaran adecuadamente la evolución de sus poblaciones.

Fue en 1996 cuando SEO/BirdLife, con la colaboración de la influyente Royal Society for Protection of Birds (RSPB), que representa en el Reino Unido a BirdLife Internacional, puso en marcha el programa Sacre (tendencia de las aves en primavera). Gracias a este proyecto actualmente se dispone de información, con trabajo de campo contrastable, sobre algo bastante desconocido hasta ahora: la evolución numérica de los efectivos de casi todas las aves comunes (entre ellas golondrinas, gorriones, estorninos, currucas, mosquiteros, ruiseñores y petirrojos). SEO/BirdLife dispone en estos momentos de esta información para cerca de 160 especies.

Pero no somos pioneros en esto. El primer país en poner en marcha este tipo de trabajos en Europa fue Finlandia (1943) y le siguieron Reino Unido (1963) y Suecia (1968). En las décadas siguientes se sumaron numerosos países europeos y en la actualidad se dispone de información para todos los países de nuestro entorno. Gracias al tratamiento conjunto e integral de estos datos por el European Bird Census Council (EBCC) conocemos la dinámica de las poblaciones de aves comunes a escala continental.
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