UN MÉTODO DE MUESTREO ADAPTADO A LOS MESES DE INVIERNO
Ecología invernal de la perdiz pardilla en la montaña leonesa
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Perdices pardillas preparadas para pasar la noche al abrigo de unos piornos (Cytisus scoparius). Foto: Más que pájaros.
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martes 30 de diciembre de 2014, 08:56h
Es precisamente durante los meses más fríos del año cuando aumentan las posibilidades de observar perdices pardillas y recoger datos sobre su ecología invernal. El trabajo de campo ha tenido lugar en el puerto de Vegarada, uno de los pasos de montaña que unen la provincia de León con el Principado de Asturias. Además, se ha valorado la influencia de algunos factores como la fecha, la hora del muestreo, la meteorología y la cobertura de nieve para detectar a tan esquiva ave.
Texto: Manuel A. González, María Cano y Beatriz Blanco.
Fotos: Más que Pájaros.
Las monterías y los cazadores de perdices rojas (Alectoris rufa) rompen en invierno el silencio de los montes cantábricos. Es también en esta época cuando, desde los Ancares leoneses hasta la montaña de Riaño, se escuchan unas recurrentes historias en boca de ciertos cazadores: “es necesario cazar perdices pardas para romper los bandos, para que se emparejen, se mezclen y puedan criar.” Un argumento falaz y ampliamente arraigado que pretende hacer pasar por medida de conservación algo que, demostrado con datos, es una de las principales causas de extinción local de la perdiz pardilla, representada en España por la subespecie Perdix perdix hispaniensis (1, 2).
En términos evolutivos, el género Perdix apareció hace tres millones de años en Asia central y desde allí se extendió hacia el norte, el este y el oeste (3). Se caracteriza por estar bien adaptado a las zonas abiertas de vegetación de escaso porte, como estepas y pseudoestepas, a lo largo de un amplio gradiente altitudinal. Al contrario que otras galliformes, su dimorfismo sexual no es muy acusado y el plumaje de los machos sólo es sutilmente más llamativo que el de las hembras. Además, es una especie que practica la cría colaborativa, en la que participan ambos sexos.
De las tres especies que actualmente conforman el género Perdix, la perdiz pardilla es la que ocupa un área de distribución más extensa, pues abarca desde Asia central hasta la península Ibérica. Prefiere los paisajes en mosaico donde coincidan cultivos de cereal, algunos regadíos y setos vivos, conocidos con el nombre de “sebes” en la montaña leonesa, siempre en zonas bajas y de relieves suaves (4). De hecho, en el Reino Unido la perdiz pardilla es una de las veinte especies consideradas indicadoras de buena calidad del hábitat en los paisajes agrícolas. En Europa ha sido una especie de gran tradición cinegética, hasta que empezaron a detectarse poblaciones en declive e incluso extinciones locales, lo que hizo que empezara a protegerse en algunos lugares. Sin ir más lejor, en la mayor parte de España dejó de ser especie cinegética en 1990.