La pasada temporada de cría, una pareja de cernícalos vulgares (Falco tinnunculus) ocupó uno de los nidos de una antigua colonia de cotorras argentinas (Myiopsitta monachus) situada en Las Rozas (Madrid). Las cotorras habían construido sus características estructuras de ramas entrelazadas sobre un gran cedro en una zona residencial. La aparición de los cernícalos coincidió con la desaparición de las cotorras, tanto las de esta colonia como las de otra vecina que también se habían establecido sobre un cedro. Puede que los cernícalos expulsaran a las cotorras o, simplemente, se limitaran a aprovechar la estructura recientemente abandonada. En cualquier caso, la pareja sacó adelante una nidada formada por al menos cinco pollos, que a primeros de julio ya podían oírse reclamando alimento a sus padres desde lo alto de un eucalipto cercano. A finales de agosto apareció un cernícalo joven muerto, a escasos 200 metros del nido. Es posible que fuera uno de los pollos criados en el cedro, que no logró sobrevivir a la dura y crítica etapa de la emancipación.
Los cernícalos vulgares son eficaces cazadores de micromamíferos y, por lo tanto, grandes aliados de los agricultores. De hecho, se han organizado campañas para favorecer su asentamiento y reproducción en zonas azotadas por plagas de roedores, como la llevada a cabo por GREFA en Castilla y León para controlar las poblaciones de topillo campesino (Microtus arvalis). Aunque es improbable que los cernícalos depreden sobre las cotorras, quizás su presencia las incomode y terminen por abandonar sus lugares de cría. Futuros estudios encaminados a determinar la relación entre estas dos especies quizá nos descubran que nuestra pequeña rapaz es también un eficaz aliado para controlar a las cotorras argentinas, una especie exótica e invasora.
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