Algarve interior El Portugal más mediterráneo

Niels Bronsgeest y 112 especies de aves. Si uno recorre por su cuenta y por primera vez el Algarve portugués se impregna y deleita con muchos pasajes: alcornocales notables (algunos tocados, que no hundidos, por los incendios); tradición culinaria que va del licor de madroño y el pastel de algarrobo a las navajas recién pescadas y flor de sal; el espectáculo de la migración de las aves en la esquina meridional peninsular europea (cabo de San Vicente); las sorpresas fluviales entre los escarpes de Monchique y Caldeirão… Pero si lo haces junto a Niels Bronsgeest te llevas, además, una buena colección de aves identificadas, que tras dos días completos de estancia superan el centenar.

Bronsgeest es un consumado ornitólogo holandés que, entre otros cometidos, forma parte de la junta directiva de una peculiar agencia de viajes especializada en observación de aves (Stichting Natuurreizen) que tiene su lado de ONG, al programar destinos por todo el mundo con alguna necesidad de inversión en proyectos de conservación, en los que dejan parte de sus ganancias. Era el único experto en avifauna (yo me considero aficionado) de las siete personas, entre periodistas y operadores turísticos, que emprendimos en septiembre de 2014 un viaje invitados por la Associação Turismo do Algarve a esta región del sur de Portugal, más pequeña que la de menor extensión de España: La Rioja.