Algunas hierbas las conocemos desde siempre. Se diría que nunca han dejado de estar ahí. Suelen ser plantas muy comunes, propias de lugares abandonados o sin uso aparente: escombreras, descampados, cunetas… Lo más curioso es que, a pesar de resultarnos tan familiares, a menudo no sabemos nada de ellas, ni siquiera su nombre. Pero no siempre fue así. Hasta hace poco estas hierbas cercanas cumplían un papel fundamental en la vida diaria de la gente. Apenas medio siglo atrás, proporcionaban los recursos más variopintos: servían para tratar pequeños males, sus fibras tenían aplicaciones textiles y con frecuencia se usaban para teñir la ropa, por no hablar de sus cualidades ornamentales y un larguísimo etcétera. Por aquel entonces era habitual y hasta necesario conocer una buena cantidad de las plantas que crecían cerca y saber qué propiedades tenía cada una de ellas.
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