Llama la atención lo poco que se ha trabajado en España sobre la ecología familiar del zorro (Vulpes vulpes). Para profundizar en este aspecto, hemos de remitirnos a estudios procedentes del centro y el norte de Europa, la mayoría de los cuales han tenido como protagonistas a zorros de entornos urbanos. Es más, las relaciones entre individuos se han descrito esencialmente con zorros mantenidos en cautividad (1). Por tanto, los datos recogidos en este artículo, consecuencia de su observación directa en el campo, pretenden ser un acicate para empezar a desvelar la vida social del zorro en un ambiente mediterráneo.
La literatura científica sobre el zorro muestra que los grupos familiares están compuestos por un macho y una hembra, a los que pueden unirse varios individuos ayudantes con los que mantienen estrechas relaciones de parentesco. Aunque suelen ser generalmente hembras, en ambientes urbanos también aparecen machos subordinados (2). En el norte de Europa, estos grupos urbanos pueden estar compuestos por un número de integrantes muy elevado, de hasta 10 adultos con sus crías (2, 3). En tal caso, de todas las hembras sólo se reproducirá la dominante y rara vez alguna subordinada (4). Los ayudantes pueden ir a la zorrera para cuidar de los cachorros y, si se trata de hembras, incluso a amamantarlos. En los medios rurales también puede darse la figura del ayudante y su cooperación en la cría, pero solamente de forma ocasional (5).
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