Hasta ahora, las especies protagonistas de esta sección se han encuadrado entre las llamadas “plantas superiores” y, si no recuerdo mal, todas menos la cebadilla (Hordeum murinum) pertenecían al grupo de las dicotiledóneas. Pero este mes vamos a hablar de una especie incluida dentro de la otra gran rama del reino vegetal, el de las “plantas inferiores”, mucho más antiguas y menos evolucionadas. En concreto, nos ocuparemos de un helecho.
Uno de los rasgos característicos de los helechos es que no tienen flores, ya que aparecieron cuando el reino vegetal aún no las había inventado. Así que, sin flores, es obvio que no pueden reproducirse por semillas. Lo hacen mediante esporas, un mecanismo mucho más primitivo y que presenta ciertos inconvenientes, entre ellos la necesidad de contar con agua para completar su ciclo biológico. De ahí que, en general, los helechos sean plantas discretas y con escaso potencial invasivo, limitados a vivir en lugares umbríos y húmedos. Sin embargo, siempre hay alguna excepción, como el helecho águila (Pteridium aquilinum), nuestro protagonista de este mes, que es bastante más resistente, casi inmune.
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