Conocer la dieta de una especie es fundamental para avanzar en muchos otros aspectos de su ecología. Además, cuando se trata de una especie amenazada, es una información básica para diseñar luego las correspondientes medidas de conservación. Sin embargo, esta tarea no siempre resulta sencilla ni barata. Por un lado, es preciso contemplar varias escalas espaciales y considerar tanto regiones geográficas como hábitats. Y, por otro, hay que tener en cuenta que la dieta puede variar a lo largo del tiempo (1, 2).
La alimentación es uno de los aspectos mejor conocidos del águila real (Aquila chrysaetos), una especie ampliamente distribuida por el Holártico. De hecho, su dieta se ha estudiado profusamente en todo el mundo, en particular en Europa y Estados Unidos (3-5). Los ambientes mediterráneos no son una excepción y los principales trabajos se han desarrollado en nuestro propio país (6-8). No obstante, la mayoría tenían un alcance local, estuvieron basados en una muestra limitada y se hicieron hace más de tres décadas. Además, hasta ahora ningún científico había investigado qué comen las águilas reales ibéricas cuando aún se encuentran en su etapa de dispersión juvenil.
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