El artista austriaco Friedensreich Hundertwasser (1928-2000) adquirió cierta notoriedad en el siglo pasado gracias a sus pinturas coloristas, pero también por sus revolucionarios diseños arquitectónicos. La nueva forma de proyectar edificios de Hundertwasser rompía con todo lo establecido hasta el momento, pues buscaba formas irregulares e incorporaba características propias de los paisajes naturales. De hecho, proponía una suerte de simbiosis entre arquitectura y naturaleza. Desarrolló construcciones más orgánicas, favoreció el uso de la línea curva frente al rígido trazado ortogonal y propuso la novedosa idea de revegetar las ciudades. Fuera de toda lógica, Hundertwasser se atrevió a crear edificios de superficies ondulantes: “un piso ondulado es una melodía para los pies”, solía comentar (1).
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