El cleptoparasitismo, si optamos por un significado sencillo del término, es el robo de recursos por parte de un animal a otro que previamente los había obtenido. Bien es verdad que cuando el término fue acuñado por primera vez, a principios de los años cincuenta, sólo se aplicaba a la sustracción hecha a una especie distinta, es decir, se hablaba de cleptoparasitismo interespecífico. Sin embargo, hace ya años que esta expresión se usa también para definir eventos intraespecíficos (1) y no solo relativos al robo de comida entre individuos, sino que alude además a la sustracción de alguna otra cosa, como puede ser el material para la construcción de nidos (2).
Si nos referimos, por ejemplo, a aves rapaces, el cleptoparasitismo entre especies diferentes juega en ocasiones un papel importante a la hora de conseguir alimento. En lo que concierne al politípico género de los busardos, Buteo, sabemos que varias especies pueden ser forzadas a abandonar su presa por otras rapaces de mayor porte, caso del águila calva (Haliaeetus leucocephalus) en Norteamérica (3). Pero los propios busardos también obligan a otras rapaces de menor tamaño a soltar la presa que transportan. Precisamente a estos últimos acontecimientos, protagonizados por busardos ratoneros de las Islas Canarias (B. buteo insularum), haremos mención en la presente nota.
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