La provincia de Ourense alberga algunas de las áreas con mayor valor ecológico de Galicia. Con una superficie de 7.281 kilómetros cuadrados, se sitúa en la zona de transición bioclimática entre las regiones eurosiberiana y mediterránea (1). Sus matorrales y pastizales montanos, ligados a actividades agrícolas y ganaderas tradicionales, se han mantenido en un aceptable estado de conservación, si bien están siendo gradualmente abandonados y recolonizados por bosques, o sustituidos por plantaciones forestales de coníferas (2). Aparte del abandono rural, toda la provincia está sometida desde hace décadas a un número inusualmente alto de incendios forestales, en su gran mayoría provocados por el hombre (3). Todos estos factores introducen un alto dinamismo en el paisaje, con impactos en la biodiversidad difíciles de predecir (3).
Distintas formaciones de matorrales y pastizales, entre ellas los brezales secos europeos incluidos en el Anexo 1 de la Directiva de Hábitats (Código 4030), proporcionan importantes servicios ecosistémicos. Por ejemplo, permiten que se acumule carbono orgánico, con lo que contribuyen a mitigar el cambio climático global. Además, ofrecen pastos para la ganadería extensiva, incrementan la conectividad ecológica, protegen el suelo ante la erosión del suelo y favorecen la presencia de abejas productoras de miel. Pero, a pesar de su alto valor ecológico y del reconocimiento como hábitat prioritario por la Directiva de Hábitats, un reciente estudio ha puesto de manifiesto que los brezales retroceden en Galicia, debido principalmente a los cambios de usos del suelo (4).
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