El melanismo consiste en un exceso de pigmentación oscura (melanina) en la piel y es una de las variaciones cromáticas más frecuentes en la naturaleza, junto con el albinismo (ausencia de pigmentación) y el leucismo (incapacidad para fijar la pigmentación en los tejidos). El ejemplo más conocido de animal melánico es sin duda la pantera negra, que no es una especie en sí, sino un leopardo o un jaguar de pelaje oscuro. Aunque el melanismo se debe a una mutación genética, para que el rasgo se mantenga a lo largo de generaciones debe aportar alguna ventaja adaptativa frente a los individuos de coloración normal.
De hecho, se han descrito varios tipos de melanismo adaptativo. En primer lugar, el melanismo de cripsis, que es raro en los reptiles aunque se da en algunas especies como la lagartija de las Pitusas (Podarcis pityusensis), especie endémica de Ibiza y Formentera que utiliza las zonas de sombra para camuflarse (1). También aparece en las lagartijas leonesa (Iberolacerta galani) y aranesa (Iberolacerta aranica), ya que los individuos que habitan sobre pizarras son notablemente más oscuros que el resto, aunque sin llegar a ser melánicos (2). Este tipo de melanismo suele ser más frecuente en anfibios o mamíferos nocturnos que utilizan la oscuridad de la noche para camuflarse.
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