El mar Mediterráneo ha sido, desde tiempos inmemoriales, el marco geográfico perfecto para que fenicios, griegos, romanos y otros muchos pueblos obtuvieran recursos pesqueros y forjaran un intenso tráfico marítimo entre Oriente Medio y el Estrecho de Gibraltar. Hoy sabemos que es uno de los 25 puntos calientes de biodiversidad mundial y de ahí que la pesca fuera tan productiva. De hecho, alberga hasta el 18% de toda la fauna marina macroscópica y un 30% de sus especies son endémicas, según datos de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN).
Sin embargo, muchas de estas especies se encuentran actualmente amenazadas, en particular tortugas marinas, cetáceos y condrictios, es decir, el grupo de peces que engloba a rayas y tiburones. Tanto es así, que el 42% de los condrictios mediterráneos padecen hoy algún tipo de amenaza. Por otra parte, la UICN constata que un tercio de las demás especies citadas en estas aguas no corren ningún riesgo aparente, lo que no refleja tanto un buen estado de conservación general, como una preocupante falta de datos que impide evaluar su situación real.
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