Dice mucho de ese espíritu sin fronteras que debe primar en la conservación de la naturaleza el hecho de que la Unión Europea quiera apoyar económicamente un proyecto destinado a conocer mejor y favorecer la migración de una especie amenazada, cuando lo más habitual es que este tipo de ayudas se centre en las zonas de reproducción, bien para conservarlas mejor o para crearlas mediante reintroducciones de ejemplares.
No es el caso del carricerín cejudo (Acrocephalus paludicola), que ni por asomo cría en nuestras latitudes, puesto que su área reproductora se sitúa en Europa del Este. Sin embargo, la Península Ibérica tiene una importancia clave como zona de paso en la migración a los cuarteles de invernada africanos del paseriforme más amenazado de Europa.
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