Por Ignacio C. Fernández-Calvo, Felipe González-Sánchez, Germán Orizaola, Bruno Palazuelos y Juan José Aja
El origen de esta singular colonia está vinculado al Carolina G, un barco mercante de bandera panameña apresado en 1984 con 1.606.760 cajetillas de tabaco de contrabando. El barco quedó fondeado a la espera de juicio en la Dársena Sur de Raos del Puerto de Santander y allí permaneció durante años a la espera de desguace hasta que finalmente se hundió en enero de 1997. En este caso, la lentitud de la justicia jugó a favor de los charranes y en 1989 Alberto Fernández Gil confirmó la nidificación de una pareja en el carguero panameño (1). En la primavera de aquel año se inició la historia de la colonia de charrán común (Sterna hirundo) en la bahía de Santander, que ha ido creciendo poco a poco hasta alcanzar las 36 parejas en el año 2020 (Cuadro 1, pág. 22).
AUTORES
Ignacio C. Fernández Calvo es biólogo y técnico de SEO/BirdLife en la Delegación de Cantabria. Desde el año 2008 coordina el seguimiento de la colonia de charrán común en la bahía de Santander.
Felipe González Sánchez es delegado de SEO/BirdLife en Cantabria desde 1998, puesto desde el que coordina los trabajos de conservación sobre aves y hábitats.
Germán Orizaola Pereda es investigador Ramón y Cajal en el área de Zoología de la Universidad de Oviedo y del Instituto Mixto de Investigación en Biodiversidad (IMIB). Coordina el programa de anillamiento de charranes en la bahía de Santander.
Bruno Palazuelos Berasategui es geógrafo y consultor. Desde 1999 trabaja con diversas organizaciones conservacionistas, tanto de España como de Reino Unido, en la restauración de áreas degradadas.
Juan José Aja Aja es ornitólogo y colabora con SEO/BirdLife en el seguimiento de la avifauna de Cantabria.
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