Por Vicente García-Navas, Francisco Valera, Rubén Tarifa, Carlos Martínez-Núñez, J. Eugenio Gutiérrez y Pedro J. Rey
Sin ánimo de desmerecer a los Quercus que dan nombre a esta revista, no hay otro árbol que haya sido tan venerado por diferentes culturas y religiones como el olivo (Olea europaea), o el acebuche en su variedad silvestre. El olivar representa un cultivo milenario que ha trascendido civilizaciones e impregnado la obra de numerosos artistas y escritores, desde Van Gogh y Sorolla, hasta Miguel Hernández o, más recientemente, Icíar Bollaín. En el contexto de las agriculturas preindustriales, el olivar era un aprovechamiento más forestal que agrícola, propio del bosque silvestre mediterráneo. El siglo XX trajo consigo la expansión del monocultivo del olivo con usos preferentemente alimentarios, actividad que ha marcado profundamente la cultura y la economía de muchas regiones, en particular del sur de España, la región con mayor producción olivarera del mundo.
AUTORES
Vicente García-Navas Corrales es investigador Ramón y Cajal en la Estación Biológica de Doñana (CSIC) e investigador asociado en la Universidad de Zúrich. Francisco Valera Hernández, Rubén Tarifa Murcia, Carlos Martínez Núñez, José Eugenio Gutiérrez Ureña y Pedro J. Rey Zamora han trabajado de manera conjunta durante los últimos años en el proyecto Olivares Vivos, cuyo objetivo es recuperar la biodiversidad de este cultivo arbóreo.