Por Jesús Cobo y Jesús Hernando
Desde muy joven Fidel José, en aquel entonces socio número 97 de Adena –denominación antigua de WWF España– y miembro del Club de Linces Entusiastas de Madrid, destacó por sus acciones para conservar parajes como Daimiel y Sierra Morena. Pero fue en 1974, con la creación del Refugio de Rapaces de Montejo de la Vega (Segovia), cuando su vida tuvo un giro trascendental. Nos contaba recientemente Fidel José que, junto con Antonio Ruiz Heredia, ya era uno de los pocos que había vivido la creación del “Refugio de los Buitres”.
Cuando Fidel José conoció las Hoces del río Riaza se enamoró de “esta reserva maravillosa, dura y salvaje, con toda su fauna y su profunda belleza”. Y a ella se dedicó en alma y cuerpo. Todas las primaveras realizaba el censo de los nidos con éxito de buitre leonado, así como los de otras especies que habitan en estos parajes como alimoches, búhos reales, halcones y águilas reales. En sus estancias en la zona alternaba el trabajo de campo con visitas a las casas de sus habitantes, para charlar, aprender y recopilar más datos, en especial a la del inolvidable guarda Hoticiano Hernando (1923-2015), al que tanto admiró y quiso.
Fidel José llegó a convertirse en una leyenda local cuando desaparecía días enteros con sus censos, ajeno a las condiciones meteorológicas, y era casualmente encontrado por los lugareños en los puntos más recónditos y alejados de los páramos, barrancos y estepas. Él mismo nos comentaba que en esos momentos era totalmente feliz y “lo más parecido a un animal salvaje”.
Del Censo de Otoño a la Hoja Informativa
En 1983 inició los Censos de Otoño, destinados a inventariar los vertebrados de las Hoces del Riaza y alrededores, que se realizan anualmente a mediados de noviembre. Son todo un acontecimiento en el mundillo naturalista, en el que hasta la fecha hemos participado más de ochocientas personas de forma voluntaria en sus sucesivas ediciones.
Buitre leonado en vuelo. Fidel José dedicó a esta especie buena parte de su actividad y escritos naturalistas, especialmente en la colonia de las Hoces del Riaza (foto: Jesús Cobo).
Pero además, Fidel José recopiló todo tipo de información sobre la fauna, la naturaleza y cuanto concernía a las Hoces del Riaza, de manera que hoy es uno de los espacios naturales con un seguimiento más completo y prolongado de su biodiversidad.
Todo este ingente trabajo lo realizó de forma generosa y altruista, de manera que nunca cobró un duro por él. Más bien podía llevarlo a cabo gracias a sus ingresos como profesor de matemáticas de la UNED, donde también despuntó como un brillante investigador y docente.
Fidel José se encargó de difundir esta colosal labor de seguimiento naturalista en numerosas publicaciones, entre ellas varias que financiaba y editaba él mismo, como su Lista de vertebrados del Refugio (1993), Los mamíferos del Refugio de Rapaces de Montejo (1996), El águila perdicera en el Refugio de Rapaces de Montejo (1998) o las sucesivas ediciones de su famosa Hoja Informativa. Este nombre se debe a que el primer número, publicado en enero de 1978, era sólo una página. Pero el último número de la Hoja Informativa, el 57, que vio la luz el pasado marzo, ya tenía casi quinientas páginas.
A todo ello cabe añadir infinidad de notas y artículos científicos y divulgativos en revistas nacionales e internacionales, como bien conocen los lectores de Quercus. Y, por supuesto, entrevistas para radios y televisiones, colaboraciones en prensa escrita, así como centenares de charlas y conferencias en congresos, jornadas, actos locales y colegios impartidas todas ellas con su castellano viejo y su perfecta dicción.
En 1980 creó el Fondo para el Refugio de las Hoces del Riaza, del que era presidente y en con el que aglutinó a un millar de voluntarios, los “montejanos”. Esta asociación cuenta con una extensa circular, de la que suelen aparecer dos números al año, y que el propio Fidel José era quien se encargaba de elaborar en su mayor parte.
Una calidad humana excepcional
Este retrato de una persona brillante, trabajadora incansable, con una memoria prodigiosa y apasionada por la naturaleza, quedaría incompleto sin su excepcional calidad humana. Porque Fidel José era un hombre eminentemente bueno. Practicante católico, honrado, respetuoso, con un increíble autocontrol y exigencia de sí mismo, sabía además escuchar: nunca dejó de agradecer cualquier información, ayuda o consejo que le diesen y era plenamente consciente de su desconocimiento sobre muchos temas. Jamás dio por perdida una batalla ni dejaba a nadie detrás, sobre todo si pensaba que con esa persona se había cometido una injusticia.
Panorámica de Peña Portillo, la buitrera donde anidan el mayor número de parejas de buitre leonado en las Hoces del Riaza (Foto: Jesús Cobo).
Sin lugar a dudas, estas excepcionales cualidades de Fidel José redundaron en el ambiente de colaboración y en la “historia repleta de trabajos generosos, ilusiones y esperanzas” que, después de casi medio siglo de existencia del Refugio, se respira entre la mayor parte de los actores implicados en la gestión y la conservación de las Hoces del río Riaza, lo que no quiere decir que el camino haya sido siempre de rosas.
La ausencia de Fidel José deja un insustituible vacío entre sus amigos “montejanos” y de la población local, del Fondo para el Refugio de las Hoces del Riaza, de WWF España, del personal del Parque Natural de las Hoces del Riaza y entre un larguísimo elenco de personas y entidades.
Es por ello que, además de agradecer su enorme esfuerzo, trabajo y legado (así como el de otros ilustres “montejanos” como Félix Rodríguez de la Fuente, Hoticiano Hernando, Carlos de Aguilera, Daniel Magnenat y otros), tenemos la responsabilidad de aprovechar su obra y continuarla.
AUTORES
Jesús Cobo y Jesús Hernando, biólogo y guarda de WWF España del Refugio de Rapaces de Montejo de la Vega y miembros del Patronato del Parque Natural Hoces del Río Riaza.