El torillo andaluz vivió en Egipto hasta mediados del siglo XIX. Su pasada existencia en el país del Nilo puede trazarse desde la época faraónica a través de un signo jeroglífico cuya razón no ha podido ser explicada hasta ahora.
Texto y fotos: Arturo Valledor de Lozoya
Como vimos en el número anterior de Quercus, hasta mediados del siglo XX la subespecie nominal del torillo andaluz (Turnix sylvaticus sylvaticus) se distribuía por zonas próximas a las costas del suroeste de la Península Ibérica, el norte de África y Sicilia. El área ocupada se ha reducido desde entonces en más de un 99% y hoy solamente se conoce una población relicta en la franja occidental de Marruecos, entre las poblaciones de Oualidia y Sidi Moussa.
En abril de 2018 hice un viaje a este lugar con otros naturalistas y en un trigal de Oualidia próximo a la costa atlántica comprobé que había tanto torillos como codornices, ya que oí sus respectivos cantos y levanté ejemplares de ambas especies. El hábitat de la última población de torillos en Marruecos es relativamente húmedo debido a su cercanía al mar y se asienta sobre suelos fértiles dedicados al cultivo. Un entorno casi idéntico al de las orillas y el delta del Nilo en Egipto, que no ha debido cambiar mucho desde la Antigüedad. Aunque el torillo estuvo presente en la fronteriza Libia hasta 1967, no aparece mencionado en los libros sobre las aves de Egipto de Goodman y Meininger (1989), Meinertzhagen (1930) y Nicoll (1919).
AUTOR
Arturo Valledor de Lozoya es naturalista, malacólogo, viajero y médico jubilado, heredero de una tradición casi desaparecida que une la Medicina y las Ciencias Naturales. Es autor de unos doscientos artículos divulgativos y científicos y de los libros Envenenamientos por animales: animales venenosos y urticantes del mundo (1996), La especie suicida: el peligroso rumbo de la humanidad (2000), Caracoles: joyas de la naturaleza (2006), El Snark cazado (2012) y Ostrero canario: historia y biología de la primera especie de la fauna española extinguida por el hombre (2013). Su último libro, titulado Caracoles: cien mil variaciones de la espiral, en cuya preparación ha invertido veinte años, acaba de ser publicado por la Editorial Doce Calles.