Las ciudades cada vez son un hábitat más recurrente para una gran multitud de especies. Las adaptaciones que están desarrollando a estos nuevos ambientes van siendo mucho mejor conocidas gracias a estudios tan novedosos como el que se ha iniciado con la población urbana de ratonero común que se ha asentado en la ciudad de Berlín.
Por Frederic Ferrando
Mientras la vida salvaje sufre la creciente fragmentación y degradación de los hábitats, las ciudades cada vez crecen y se adentran más en los espacios naturales, lo que también está facilitando el flujo de especies hacia los ambientes urbanos.
Si bien las ciudades pueden llegar a ser un entorno próspero para algunas especies, muchas otras nunca se acaban de adaptar debido a varios factores. Sin embargo, las que lo consiguen encuentran espacio y, sobre todo, comida abundante y de fácil alcance durante todo el año.
Uno de los casos más extremos se da en Bombay, en la India, donde los leopardos (Panthera pardus) se han acostumbrado a adentrarse a la ciudad, en la que encuentran presas como perros o cerdos.
Pero en Europa también hay bastantes ejemplos. El más habitual es el de los zorros (Vulpes vulpes), que han aprendido a buscar los restos de comida que
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Frederic Ferrando (fredericferrando@outlook.es) es redactor y fotógrafo de naturaleza. El autor ha tenido el privilegio de poder seguir la evolución de una familia de ratoneros que vive cerca de su domicilio en Berlín. Esta situación ha sido perfecta para una estrecha colaboración con el estudio de NABU Berlín.