Una reciente investigación publicada en la revista científica Annals of Glaciology revela que las impurezas presentes en el hielo del glaciar de Monte Perdido están remodelando su microestructura, modificando su dinámica y acelerando potencialmente su degradación. Este estudio, pionero en analizar exhaustivamente la interacción de distintos elementos dentro del hielo de los glaciares de montaña, ofrece perspectivas cruciales sobre los efectos del cambio climático.
Texto: BC3 Basque Centre for Climate Change
Fotos: Luis Alberto Longares
El glaciar de Monte Perdido no es sólo uno de los glaciares más meridionales de Europa, sino un importante hito ecológico y cultural enclavado en el Parque Nacional de Ordesa, en los Pirineos Centrales. De forma alarmante ha experimentado un importante declive, con una pérdida de superficie del 12,9% entre 2011 y 2020, un hecho que se atribuye principalmente al cambio climático antropogénico. Los modelos de predicción dibujan un panorama preocupante, indicando que el glaciar podría desaparecer en los próximos cincuenta años si se mantienen las tendencias climáticas actuales.
En un esfuerzo por comprender mejor esta transformación, un equipo de investigación dirigido por el investigador de BC3 Nicolás González-Santacruz ha realizado un análisis microestructural en profundidad de un núcleo de hielo de 2017 del glaciar de Monte Perdido, que estaba marcado por una notable capa de impurezas de color marrón rojizo.
El estudio revela que estas impurezas modifican significativamente la estructura interna del hielo. "Encontramos una relación directa entre el aumento de la presencia de partículas y la aparición de granos de hielo más pequeños y más irregulares -menos redondeados- que, según muchos estudios anteriores realizados en hielo polar, probablemente facilitan el movimiento interno del glaciar", explica González-Santacruz. Este descubrimiento plantea preocupaciones sobre el futuro del glaciar de Monte Perdido. Los investigadores suponen que los cambios microestructurales observados podrían acelerar el flujo del glaciar hacia zonas más cálidas y bajas, lo que provocaría un deshielo más rápido. "Estos resultados pueden darnos pistas sobre lo que está ocurriendo en glaciares de características similares en todo el mundo, es decir, pequeños glaciares cercanos a grandes núcleos de población", añade González-Santacruz.
Polvo del Sáhara atrapado en el hielo
La pregunta sigue siendo: ¿de dónde proceden estas partículas y cómo se incrustan en la estructura del glaciar? Los resultados sugieren que las partículas presentes en el núcleo de hielo del glaciar Monte Perdido proceden probablemente de episodios de deposición de polvo del desierto del Sáhara que, debido al cambio climático, serán más frecuentes en un futuro próximo en los Pirineos. No obstante, las fuentes de tales impurezas son diversas. Pueden incluir cenizas volcánicas o emisiones procedentes de actividades humanas, siendo estas últimas especialmente significativas para los glaciares de montaña situados cerca de asentamientos humanos. Con el tiempo, las partículas han sido cubiertas y enterradas gradualmente por sucesivas nevadas. A medida que la nieve se transforma en hielo, atrapa algunas de estas partículas, integrándolas de forma permanente en la estructura del hielo.
Un helicóptero vuela junto al glaciar de Monte Perdido.
Dado el carácter exploratorio de este estudio, urge realizar más investigaciones. "Es crucial basarse en nuestros hallazgos y validarlos mediante nuevas investigaciones. Aunque los glaciares de montaña no han sido el centro de atención de los análisis microestructurales en el pasado, forman parte integral de nuestra comprensión de los impactos ambientales regionales. Por tanto, es esencial darles prioridad y asignar más recursos a su investigación", subraya González-Santacruz. El investigador de BC3 alude también al enfoque histórico de la investigación de los flujos de hielo en las extensas capas de hielo de Groenlandia y la Antártida, valoradas especialmente por sus gruesas capas de hielo que conservan registros largos y continuos de la historia climática de la Tierra.
Sin embargo, aunque el registro temporal de los glaciares de montaña es más breve y complejo que el de las regiones polares, su estudio es igualmente importante. Su proximidad a regiones densamente pobladas los hace inestimables para proporcionar un registro detallado de las actividades humanas, lo que aumenta su importancia en el contexto del cambio climático y procesos asociados como el calentamiento global.
Afecta a la disponibilidad de agua dulce
Una disminución acelerada de los glaciares de montaña no sólo representaría una pérdida sustancial para la investigación, sino que también tendría implicaciones medioambientales y económicas de gran alcance. Aunque tanto el deshielo de los glaciares polares como el de los de montaña contribuyen a la subida del nivel del mar, en el caso de estos últimos también afecta a la disponibilidad de agua dulce. Como fuentes esenciales de agua dulce, el declive de estos glaciares puede conducir a la escasez de agua, afectando significativamente a la agricultura, la vida silvestre y las comunidades humanas, particularmente en regiones dependientes del agua de deshielo.
Este estudio promete contribuir significativamente a la preservación de este ecosistema único a largo plazo y hacer avanzar nuestra comprensión de los efectos del cambio climático en las regiones de alta montaña. El análisis del núcleo de hielo de Monte Perdido representa un importante paso adelante en la investigación glaciológica, ya que aporta valiosos conocimientos sobre la dinámica de los glaciares y mejora nuestra capacidad para predecir su comportamiento en respuesta a patrones climáticos cambiantes.
Artículo de referencia:
Nicolás González-Santacruz y otros autores (2023). Effects of impurities on the ice microstructure of Monte Perdido Glacier, Central Pyrenees, NE Spain. Annals of Glaciology: 1-14. doi:10.1017/aog.2023.66.