Corrían los últimos años setenta y, como ocurría con las bandas de rock, daba sus primeros pasos en un garaje de Mérida la Asociación para la Defensa de la Naturaleza y los Recursos de Extremadura (Adenex), llamada a ser uno de los referentes del panorama nacional.
Por Mariano Cabrero, Juan José Ferrero, Juan José Negro, José Antonio Román y Jesús Valiente
El líder y principal vocero del grupo no era otro que un treintañero Jesús Garzón Heydt, un cántabro-extremeño de madre alemana, ya por entonces reconocido naturalista curtido y venerado por todos. Los colegiales que pululábamos entonces por allí queríamos ser, de mayores, como él. Como ese gran hombre, de cuerpo y espíritu, que habitaba entonces en las escarpadas riberas del Tajo, en Monfragüe, rodeado de buitres y cigüeñas negras.
Estábamos entonces en un cambio de era, apenas sacudiéndonos del horror de la Junta de Extinción de Alimañas, que pagaba primas por la matanza de rapaces y carnívoros. Las má5quinas roturaban montes en un afán repoblador de pinos y eucaliptos que amenazaban las mejores manchas de monte mediterráneo de Europa. A la par, se talaban encinas por miles para la puesta en cultivo de antiguas dehesas. Se luchaba también contra las centrales nucleares. En este escenario hosco se movía Jesús Garzón, preocupado por la que parecía inminente extinción de lobos, águilas imperiales, linces y osos.
Su actividad de investigación y divulgación se multiplicaba. Suso aparecía en congresos científicos, en los medios de comunicación –como la monolítica RTVE– y daba una conferencia tras otra recorriendo España. Fue junto con Félix Rodríguez de la Fuente y José Antonio Valverde uno de los primeros influencers del movimiento conservacionista español con proyección internacional. Porque estos tres amigos, que se trataron y colaboraron, entendieron bien pronto que la conservación de la naturaleza trascendía lo local. Buscaron apoyos y refuerzos –incluso monetarios– en el extranjero y, sorprendentemente, los consiguieron. Si Valverde forjó Doñana, a Suso le corresponde el honor de haber llevado Monfragüe a la lista de parques nacionales españoles, el único que hay en Extremadura.
Suso comprendió también que a las especies no se las salva sólo con sesudos artículos en revistas de ciencia. Aceptó ser director general de Medio Ambiente de una naciente Junta de Extremadura en los años ochenta porque tenía que hacerlo. Aunque volvió pronto al monte y tornó en pastor trashumante y reclamador de cañadas y veredas usurpadas. Como es sabido, él estaba detrás de ese espectáculo anual de miles de ovejas transitando por el centro de la ciudad de Madrid.
Aunque tuvo numerosos reconocimientos en vida, los jóvenes de los primeros tiempos de Adenex vamos a solicitar para él la Medalla de Extremadura. Se la merece este gigante con sangre extremeña que abrió sendas que otros queremos seguir transitando. ¡Gracias Suso!
Echa una mano:
Animamos a los lectores de Quercus a firmar la petición online de Medalla de Extremadura para Jesús Garzón, promovida por Adenex.
Más información:
https://www.revistaquercus.es/noticia/8697/recomendamos/en-memoria-de-jesus-garzon.html