Es probable que la población actual de gangas en Castilla y León no supere el centenar de ejemplares. Sobreviven en las vastas llanuras cerealistas del centro de la región, allí donde confluyen las provincias de Zamora, Salamanca, Valladolid y Ávila.
Por Miguel Rodríguez-Esteban
Las aves esteparias despiertan extrañeza y fascinación a partes iguales. Tan estrechamente ligadas a la actividad humana y, a la vez, tan ajenas y desconocidas hasta para los ornitólogos más experimentados. En el caso de Castilla y León, la ganga ibérica (Pterocles alchata) o ganga, a secas, posiblemente sea el ejemplo más paradigmático. ¿Cuántas hay? ¿Dónde están? ¿Se mueven o son sedentarias? ¿Cuál es su tendencia actual? Son preguntas recurrentes en todas las reuniones de pajareros, pero nunca o casi nunca hay una respuesta clara y certera, a pesar de que estas aves ocupan hábitats accesibles y cercanos.
La ganga ibérica pertenece a la familia Pteroclidae, que engloba a algo más de una quincena de especies muy voladoras y gregarias, repartidas por las zonas más secas del Viejo Mundo. El Magreb, en África, y las vastas estepas y desiertos de Oriente Próximo y el Turquestán, en Asia, acogen al grueso de la población mundial. Sin embargo, su presencia es puramente marginal y declinante en Europa, con sus mayores contingentes localizados en la Península Ibérica. En España existen cinco núcleos bien diferenciados, que reúnen en total algo más de 7.500 individuos: el 50% de la población se concentra en la submeseta sur, otro 30% en el valle del Ebro, Extremadura acoge a un 13%, mientras que la submeseta norte alberga al 4 % y el 3% restante se localiza en el valle del Guadalquivir.
Nunca ha sido una especie frecuente en Castilla y León, donde se sitúa la población de la submeseta norte, tal y como atestiguan los primeros atlas provinciales editados en los años ochenta y noventa. A mediados del siglo XX llegó a estar presente de forma dispersa e irregular en campiñas y páramos de todas las provincias, pero actualmente sólo se observa de manera más o menos regular en cuatro de ellas: sureste de Zamora, suroeste de Valladolid, noreste de Salamanca y noroeste de Ávila. Esta distribución coincide nítidamente con las áreas de mayor aridez de la comunidad, como es lógico para una especie propia de estepas y semidesiertos.
AUTOR:
Miguel Rodríguez Esteban es biólogo de formación y ornitólogo por vocación. En la actualidad desarrolla diversos trabajos relacionados con la conservación de aves y odonatos en Salamanca y otras provincias limítrofes.
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