El desmán ibérico fue descrito formalmente para la ciencia en 1811, doce años después de que lo descubriera un maestro rural en el Pirineo francés. Pequeño, nocturno, acuático y reservado, nadie se había fijado en él hasta entonces. Su futuro está ligado al de los cauces fluviales, un hábitat fácil de alterar.
Por Jorge González Esteban
Los últimos años del siglo XVIII no fueron fáciles en Francia. La educación secundaria colapsó tres años después de estallar la revolución. El Colegio de Tarbes, uno de los establecimientos más famosos de la región de los Pirineos, estaba en manos de una congregación religiosa. Su disolución en 1792 trajo nuevos aires a una institución decadente donde la ciencia no había tenido cabida en más de dos siglos de existencia. Nace así en 1796 la Escuela Central del Departamento de Hautes Pyrénées, pero una cosa es nacer y otra crecer. Los recursos no llegan y uno de sus profesores, Mathias Desrouais, se desespera al no disponer de los elementos que cree imprescindibles para la educación de sus alumnos: un jardín botánico, un gabinete de historia natural y una biblioteca. Se siente privilegiado al pie de unos Pirineos que tienen mucho que ofrecer, pero teme que el ímpetu revolucionario se desvanezca sin consolidar esa nueva enseñanza que propugnan los líderes del nuevo régimen.
Él ya ha dado algunos pasos. Ha reunido diez tomos de la Enciclopedia de Diderot, así como la edición de bolsillo, casi completa, de la Historia Natural de Buffon y varios tratados de botánica en alemán en los que a duras penas Plinio y Dioscórides ofrecen una somera visión del mundo vegetal. Una biblioteca escasa, pero por algo se empieza. El jardín tendrá que esperar, le han prometido una parcela detrás de la herrería. En cuanto al gabinete, no pretende componer una galería de curiosidades al estilo de tiempos pasados. Un profesor de la universidad de Upsala ha marcado la pauta y él pretende seguirla, ordenando y clasificando las maravillas de la naturaleza que esconden los Pirineos. Pasa las tardes recogiendo material con la ayuda de un reducido grupo de estudiantes. Poco a poco los pliegos de herbario y los frascos con todo tipo de pequeñas criaturas comienzan a amontonarse en su despacho.
AUTOR:
Jorge González Esteban es doctor en Biología y consultor ambiental. Desde hace más de treinta años se preocupa por el estudio y la conservación del desmán.
Dirección de contacto:
Jorge González
rasuba@gmail.com